Material de apoyo 5:

1. Hemorragia

Las hemorragias se pueden clasificar

Según el tipo de vaso sanguíneo:

  • Capilar: afecta a vasos superficiales que irrigan la piel y se cierra por sí misma. Está causada por traumatismos y se suelen formar hematomas.
  • Venosa: sangre roja oscura. Es más fácil de controlar que la arterial.
  • Arterial: salida abundante e intermitente de sangre roja brillante.
Según la localización de la sangre:
  • Externa: sangre que sale al exterior a través de una herida.
  • Internas: la sangre no fluye al exterior y se acumula debajo de la piel o en una cavidad orgánica. Se trata de hemorragias venosas o arteriales, que pueden ser causadas por fuertes golpes abdominales, caídas al vacío, accidentes de tráfico, etc.
  • Exteriorizadas: internas que salen al exterior a través de un orificio corporal, como oído, nariz, boca, ano, vagina…

Actuar según dónde se localiza:

Ante una hemorragia externa: hay que realizar una compresión directa, aplicando gasas sobre la herida y haciendo presión fuerte. La presión directa se puede sustituir por un vendaje cuando la herida pare de sangrar, cuando la superficie sea amplia o si hay más heridos para atender. Si la hemorragia se produce en las extremidades, se debe elevar la parte lesionada por encima del corazón, disminuyendo la presión de la sangre en el lugar de la herida y haciendo, en cambio, presión directa sobre la arteria correspondiente, según sean brazos o piernas, comprimiendo con la yema de los dedos el vaso sanguíneo contra el hueso situado debajo de la arteria.

Ante una hemorragia interna: si es capilar, basta aplicar frío local sobre la piel (protegiéndola con un paño o una gasa), ya que el frío contrae los vasos sanguíneos y reduce el hematoma. Si es venosa o arterial, tendremos que vigilar si el abdomen está sensible o rígido, si hay sensación de mareo o desvanecimiento, palidez extrema, pulso débil o imperceptible, o si aparecen hematomas, sangre en vómito o sangre por recto o vagina.

¿Qué complicaciones pueden surgir?

  • Shock hipovolémico: se produce por la pérdida de gran cantidad de sangre y puede hasta llegar a dañar los órganos. En una hemorragia interna, la sangre puede acumularse y crear hematomas o generar presión en los órganos, causando su mal funcionamiento e incluso provocando un paro cardíaco.
  • Síncope: sus síntomas son mareo, sudoración, debilidad, náuseas, respiración rápida (taquipnea) e hipotensión. Puede producirse en caso de hemorragia abundante.
  • Anemia: se manifiesta con fatiga, palidez y puede darse tras una pérdida de sangre prolongada.


Consejos

  • 1. No dejes al alcance de los más pequeños objetos cortante: como cuchillos, tijeras, cúter, etc.
  • 2. No dejes que se introduzcan objetos
    por los orificios naturales del organismo (nariz, oídos…).
  • 3. Tanto los niños como los adultos deben usar casco
    cuando montes en bicicleta, monopatín o patín.
  • 4. Lleva abrochado el cinturón de seguridad
    en los vehículos automotores protege de lesiones graves al cerebro. Coloca a los menores en sus sillas homologadas y con la seguridad pertinente.
  • 5. Abstenerse de consumir drogas nocivas
    también contribuye a prevenir las hemorragias. El consumo de cocaína, anfetaminas y alcohol, sobre todo en los jóvenes, se asocia con mayor frecuencia a las hemorragias cerebrales.