TÉCNICAS DE FABRICACION DE LOS RECIPIENTES CERAMICOS

Tenemos ya la arcilla lista para la elaboración de las vasijas, luego de un proceso de duración variable pues depende de la cantidad de greda trabajada, y ésta del tamaño y número de vasijas que se van a construir. En general, puede afirmarse que preparar la arcilla necesaria para un ú, cántaro relativamente grande, requiere de unas 4 y 1/2 horas de muy duro trabajo; para un chokochaké, cántaro más bien pequeño, la alfarera se debe esforzar unas tres horas. En ambos casos, las etapas de machacar y moler se distribuyen el tiempo por igual.
Los resultados de la observación muestran el empleo de tres técnicas básicas de fabricación: el enrollado, el modelado y el moldeado; casi siempre se da la com binación de dos de ellas y, a veces, de las tres.

Enrollado

La técnica más ampliamente utilizada por los embera-chamí en su alfarería es el enrollado. Consiste en ir poniendo rollos de arcilla unos sobre otros hasta terminar; éstos se colocan en forma de anillos sucesivos y no en espiral como es usual entre otros alfareros. Cuando la circunferencia es muy amplia, es necesario, a veces, colocar más de un rollo para completar el anillo. La mayoría de las fabricantes ponen los rollos superpuestos, pero ocurre también que algunas pocas lo hagan sobrepuestos por el exterior, a manera como de refuerzos, produciendo así una mayor superficie de contacto y, por consiguiente, uniones más firmes.
Se presentan dos formas de manufacturar los rollos: l) amasando una bola de arcilla entre las palmas de las manos y dejando que el rollo cuelgue en el aire, creciendo en longitud a medida que se va adelgazando; es la menos utilizada ya que requiere bastante presión y, además, se corre el riesgo de que el rollo se reviente si es demasiado largo o grueso; 2) formándolo por amasado de un pedazo de arcilla sobre una tabla colocada a un lado de la fabricante, ésta usa solamente la palma de una mano; muchas veces el rollo debe ser más largo que las dimensiones de la tabla en cuyo caso se coloca un extremo sobre aquella, amasándolo con la palma de una mano, mientras el otro extremo se sostiene en el aire con la otra mano, la cual lo hace girar mediante movimientos de la muñeca, pero sólo cuando se trata de rollos gruesos, no los delgados (ver foto No. 10: Amasando un rollo grueso. La vasija en elaboración es un chokó de dos bocas, por eso es un tanto ovalada. Vereda Santa Marta, región de Mistrató, Chamí).

Esta diferencia entre rollos delgados y gruesos implica también diferencias en la manera de colocarlos; en el caso de los segundos, se aplica además, para su trabajo, la técnica del modelado que se describirá más adelante.

ROLLO DELGADO

Son rollos de uno o dos centímetros de diámetro que se colocan abarcando todo el perímetro de la vasija. La alfarera amasa el rollo y, cuando está listo, lo aplana un poco golpeándolo con los dedos. Humedece el borde de la vasija con la mano y luego pone el rollo, trabajando en el sentido contrario al de las manecillas del reloj y sobre el lado más alejado de su cuerpo o lado externo del recipiente. Con la mano derecha vuelta hacia abajo, toma un extremo del rollo entre el pulgar y los demás dedos y lo asienta sobre el borde con la parte aplanada hacia abajo, mientras sostiene en alto el otro extremo con la mano izquierda vuelta hacia arriba. En esta posición, el rollo forma una especie de S, lo cual ha motivado que los indígenas designen el enrollado como "trabajo de culebra". Presionando a la vez hacia abajo y hacia adentro con el pulgar por el interior y los otros dedos, especialmente el índice, por fuera, va pegando el rollo, el cual se superpone, se monta ligeramente sobre el borde. Si al terminar de cubrir toda la circunferencia sobra un pedazo de rollo, éste se corta con los dedos y se vuelve al montón de arcilla.

Pegado ya el rollo en esta forma, se procede a unirlo de modo más firme, a la vez que se lo va adelgazando hasta alcanzar ei espesor deseado para la pared de la vasija. Para esto, la ceramista trabaja ahora por el lado más cercano a su cuerpo o lado interno, invirtiendo la posición de los dedos de la mano derecha; ahora el pulgar va por fuera y el índice y los demás dedos por dentro. Este procedimiento tiene el efecto adicional de "subir" la pared (con un rollo de 2 cms. de diámetro, la pared puede subir unos 2 y 1/2 ó 3 cms.).

Una vez adelgazada la pared, se borra la unión mediante un raspado que se hace, bien con las puntas de los dedos (como rascando) bien con un pedazo de calabazo: se raspa con movimientos diagonales a la dirección de los rollos, primero en una dirección y luego en la otra; cuando se utilizan los dedos se raspa primero de arriba hacia abajo, cuando es con el calabazo se efectúa primero de abajo hacia arriba (ver foto No. 11: Raspando la superficie con un calabazo mojado. El trapo impide que la vasija se pegue a la batea. Río Claro, Garrapatas.).

La fase o etapa siguiente es el alisado, el cual se hace con un trozo de calabazo o con una cáscara de plátano o con los dedos, en todos los casos humedeciendo con frecuencia con el agua contenida en una totuma que se coloca al lado derecho de la ceramista.
Este trabajo, que constituye el primer acabado y a veces el único que se da a la vasija, da también a la pared su grosor definitivo y una mayor regularidad pues va sacando porciones pequeñas de arcilla. El alisado, por la cantidad de agua que se utiliza, funde superficialmente la arcilla, formando una película que sella la unión de los rollos.

Es frecuente que durante el raspado y el alisado se encuentren pequeñas piedras, elementos vegetales, pelos y otras impurezas que quedaron en la arcilla o que se pegaron durante el trabajo; se arrancan con la uña, a veces presionando un poco la pared por dentro con la mano para que sea más fácil, y se botan; si su tamaño lo hace necesario, se remienda el hueco que dejan con una bolita de arcilla.

Durante estas dos etapas, la pared de la vasija se sostiene por el lado opuesto, pues ambas se realizan por dentro y por fuera, con el dorso de la otra mano.

ROLLO GRUESO

Un rollo de los Ilamados gruesos tiene un diámetro relativamente grande, Ilegando hasta los 5 ó 6 centímetros. Generalmente comienza a hacerse entre las palmas de las manos y luego se termina amasando sobre la tabla, pero a veces se hace totalmente sobre ella. Al terminarlo, se le marca un pequeño canal en el centro, presionando con las puntas de los dedos (ver foto No. 12: Acanalando un rollo grueso antes de colocarlo sobre la base hecha por moldeado. Josefina, Chamí). Se humedece el borde de la vasija y se pega con la misma posición descrita para los delgados, "trabajo de culebra" (ver foto No. 13: "El trabajo de culebra", posición clásica para colocar los rollos. Jebanía, Garrapatas), y haciendo coincidir el canal con el borde de la vasija.

Presionando con el pulgar por fuera y los otros dedos por dentro y, al mismo tiempo, haciendo fuerza hacia abajo, se consigue que se deslice sobre el borde, tanto por fuera como por dentro, quedando una como concavidad en cuyo interior queda metido éste, como machihembrado (ver foto No. 14: Unión del rollo con el borde del cántaro en forma "machihembrada". Josefina, Chamí). Luego se pega el rollo y se adelgaza en la forma descrita, pero modelándolo al tiempo para ir dando forma a la pared, pues un rollo de estos puede hacerla subir entre 10 y 15 centímetros de una vez.

Es usual que al aplicar esta clase de rollo, las vasijas se abran hacia afuera con un diámetro superior al que finalmente van a tener. Pero al pasar del sitio del máximo diámetro, comienzan a cerrarse, adquiriendo el perímetro definitivo.

Se pasa luego a raspar y alisar, en la forma ya anotada, para borrar la unión del rollo. En ocasiones, esta unión no desaparece totalmente, pudiéndose contar el número de rollos en la vasija terminada y quemada (ver foto No. 15: Cántaro u en la vereda La Capilla, río Garrapatas).

Después de trabajado cada rollo, si es grueso, o varios, si son delgados, la cerámica se pone a secar al sol más o menos 1 hora, dependiendo de la artesana y de la intensidad del sol, antes de colocar otros. Cuando ha estado un rato secándose, es frecuente que se pulan las superficies tanto interna como externa (en los ú especialmente esta última) con una semilla de birú o birutá, nombres utilizados por los indígenas en el Garrapatas y en el Chamí respectivamente, dura y lisa (ver foto No. 16: Semillas de birú o birutá, que se usan para pulir la superficie de la cerámica, evitando que el maíz se pegue y se queme. Vereda Guadualejo, Garrapatas).

Luego de que ha secado, y por tanto endurecido un poco, se entra, se humedece el borde y se ponen nuevos rollos. Debe observarse que algunas ceramistas trabajan sin preocuparse por la regularidad del borde durante el proceso de fabricación, siendo éste muy disparejo; otras, en cambio, sí cuidan de ella todo el tiempo, procurando que siempre quede un tanto biselado, para facilitar así la inserción del nuevo rollo. Se ha anotado ya cómo, en ocasiones, el rollo no se coloca superpuesto sino sobrepuesto (ver foto No. 17: Rollo sobrepuesto a manera de refuerzo. Río Claro, Garrapatas), subiendo las paredes únicamente por adelgazado.

Si el borde definitivo de la vasija va a ser evertido, la eversión se efectúa presionando hacia afuera la parte superior de la pared con un trozo de calabazo húmedo, el cual se hace pasar con movimientos circulares por el interior, proyectando la pared hacia afuera y aumentando el diámetro de la boca. Luego se termina de evertir presionando por dentro con los dedos de la mano izquierda extendidos, mientras por fuera se pasa el calabazo húmedo con un movimiento de abajo hacia arriba y siguiendo una trayectoria cóncava.

Para emparejar la parte superior del borde, se golpea hacia abajo con el pedazo de totuma, cosa que engruesa la pared; luego se adelgaza de nuevo, presionando entre el pulgar y el índice con movimientos circulares que recorren todo el perímetro de la boca (ver foto No. 18: Adelgazando y alisando el borde del chokó con los dedos muy húmedos). Si el borde está disparejo o en extremo delgado, algunas mujeres recortan los sobrantes pellizcando con el pulgar y teniendo el índice como base.

Otras veces, el borde es biselado, sea hacia adentro, sea hacia afuera, forma que se consigue cortando con el filo del calabazo humedecido. Hay ocasiones en las que la fabricación del borde se hace después de sobreponer un rollo en la boca de la vasija, colocándolo por el exterior de la misma; estos casos son raros.

Modelado

Ya se ha mencionado cómo esta técnica se combina con el enrollado cuando de rollos gruesos se trata, pues se hace necesario dar forma a las paredes que crecen hasta 15 cms. por este medio.

Pero también al iniciar la fabricación de un cántaro se hace uso del modelado, siendo, a veces, la forma de elaborar la base.

Para ello, se amasa un bola de arcilla entre las manos (por eso esta forma de hacer la base se Ilama borokokoa) (ver foto No. 19: Amasando la bola de arcilla [borokokoa]. Vereda Jebanía, río Garrapatas), o un cilindro sobre la tabla. Una vez está terminado, se tira con fuerza contra la tabla, aplanándose por debajo. Con el dedo pulgar se hace un agujero por encima (ver foto No. 20: Perforando la borokokoa con el dedo pulgar, rotándola sobre un pedazo de hoja de biao. Jebanía, río Garrapatas) y, haciendo presión con este mismo dedo por dentro y con los demás por fuera, se va ampliando la cavidad y adelgazando la pared hasta alcanzar el diámetro y la altura deseados. Luego se regulariza el espesor presionando más, pero ahora invirtiendo la posición de los dedos, colocando por fuera el pulgar. Se aplana un poco la base por dentro, raspando primero con los dedos y después con el calabazo húmedos, se alisa con el mismo y se saca al sol. Después de un rato, se entra y se comienza el aplicado de rollos.

Puede ocurrir que, al trabajar con este sistema, quede una protuberancia cilíndrica en la base, por dentro. Conformadas las paredes, dicha protuberancia se arranca cortando con la punta de los dedos y el sitio se empareja como en el caso anterior.
Vasijas distintas de los cántaros, como las "ollitas", se hacen completamente por modelado, a partir de una bola de barro suficientemente grande.

Esta técnica requiere una gran destreza manual para dar forma a la vasija y toma mucho más tiempo que otras técnicas para producir resultados similares.

Moldeado

El uso de moldes es frecuente como otro modo de hacer las bases de los cántaros, pero igualmente para vasijas completas como tacitas, materas, cayanas, etc. Cuando se trata de las bases de los cántaros, el proceso se denomina apani.

Con una bola de barro se hace una arepa o plasta, amasándola primero entre las palmas de las manos y con los brazos estirados hacia adelante, luego se continúa sobre una tabla o un trapo para darle el espesor deseado y homogéneo (ver fotos Nos. 21: Arepa de arcilla. Jebanía, Chamí, y 22: Se regulariza el espesor y se da el diámetro deseado a la arepa).
Alcanzado el diámetro buscado, este disco se coloca sobre un molde consistente en una taza esmaltada del tamaño necesario y recubierta con un trapo para que la arcilla no se pegue (ver foto No. 23: Luego la arepa se coloca sobre el molde y se pone a secar al sol. Vereda Josefina, Purembará, Chamí). Si se amasó sobre un trapo, la arepa se coloca, con trapo y todo, sobre la taza colocada bocabajo en un tabla o en el suelo. Se presiona con ambas manos para que la arcilla se ajuste bien a la forma del molde.

Algunas ceramistas no usan el trapo pero luego les es difícil despegar el molde.
Se amasa un pequeño rollo delgado y se coloca en forma de circunferencia sobre la base (ver foto No. 24: Colocando el "culito" [andau] a la base.); se pega pellizcando por dentro y por fuera con el pulgar mojado e inclinado (ver foto No. 25: El andau se pega a la base antes de quitar el molde); esta operación se denomina "poner el culito (andau)". Para sellarlo bien, se estrega con los dedos muy húmedos, recorriendo la superficie de unión. Luego se hace correr la mano en forma circular sobre este rollo, presionándolo entre el pulgar y el índice mojados, para terminar de darle forma y aplanarlo un poco. Finalmente, el calabazo mojado sirve para alisar el empate acabando de sellarlo.

Se Ileva al sol a secar un rato. Cuando tiene al tacto la consistencia requerida, se entra y, con mucho cuidado, se saca el molde; es frecuente que la base se raje en este momento. Si resiste, se alisa por dentro con el calabazo o con el dorso de los dedos ligeramente flexionados y humedecidos. Se empareja el borde, se humedece y se comienza con el pegado de los rollos hasta terminar el recipiente.

Cuando se quiere hacer una "tacita" o una matera pequeña, sólo es necesario alisarla por dentro y acabar la boca luego de retirado el molde.

En el caso de las copas, se da una combinación de modelado y moldeado. Se hace un cilindro de arcilla amasando entre las manos o sobre la tabla de amasar. Mientras se lo sostiene con la izquierda, se perfora con el pulgar de Ia mano derecha, pero alcanzando sólo un poco más de la mitad de la altura del cilindro; con el dedo pulgar por dentro y los demás por fuera y, más adelante, invirtiendo esta posición, se van levantando las paredes, modelando hasta alcanzar la altura, el diámetro y el grueso buscado en ellas (ver foto No. 26: Levantando las paredes de una copa a partir de una borokokoa. Jebanía, Garrapatas); algunas ceramistas colocan la pieza sobre la tabla, sobre una hoja o sobre una tapa de olla de aluminio, para seguir trabajando en el momento de invertir la posición de los dedos. Después se pone esta parte sobre un molde constituido, como en el caso de los cántaros, por una taza esmaltada recubierta con un trapo y colocada bocabajo, presionando con ambas manos para ajustar bien el recipiente al molde.

Luego, y sosteniendo por el molde con la mano izquierda, se trabaja el otro extremo del cilindro en la misma forma anterior, perforando con el pulgar y levantando la pared por modelado.

Esta es la base de la copa y no tiene aplicación de molde. Terminada su elaboración, se pone la copa al sol y, cuando está suficientemente seca, se retira el molde y se alisa y pule con calabazo, primero, y con semilla de birú, luego.

Este tipo de vasija, pues, se elabora en una sola pieza y no, como se dice ocurre en otros lugares o en las correspondientes arqueológicas, haciendo aparte la base y el cuerpo y luego uniendo una parte a la otra.

Para la hechura de las cayanas se utiliza otra clase de molde; se trata de platos hondos esmaltados o bien de bacinillas viejas también esmaltadas, llenos con ceniza apelmazada con humedad y presión. Estos moldes se recubren con trapos para que la arcilla no se pegue (ver foto No. 27: Cayanas secándose al sol. La de atrás pintada de rojo con una solución de tierra en agua, untada estregando con un trapo. La otra presenta el color natural de la arcilla húmeda; al quemarse queda amarillenta. Pueblo Rico, Chamí). El tamaño del molde está dado por el de la cayana que se quiere elaborar y su función es garantizar la forma de la base de la misma (sólo ligeramente curva, casi plana), así como la uniformidad de su espesor, cualidades ambas necesarias para un buen asado de las arepas. La base o molde se utiliza no sólo durante la fabricación sino también durante el secado precocción.

Se comienza a trabajarlas haciendo una bola de arcilla, con ella se hace una arepa o disco amasando entre las palmas de las manos, éste se coloca y afina sobre el molde. Después se sube la pared volteando hacia arriba los bordes del disco y adelgazando para aumentar el diámetro. Así toda la cayana se hace de una sola pieza. No fue posible observar directamente este proceso.

El moldeado es usado únicamente para vasijas no restringidas, es decir, aquellas cuyas paredes divergen o terminan con bordes rectos cuyas tangentes son perpendiculares. Estos son recipientes que no requieren ser hechos en dos partes, ambas moldeadas, que deban ser unidas para formar la pieza completa.


Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40