CUNICULTURA

En la escala zoológica el conejo se clasifica dentro de la clase de los mamíferos, en la familia de los lepóridos y en el género de los Oryctogalus, siendo la especie Orictogalus cuniculus propia de Europa, el mediterráneo occidental y norte de África. El conejo doméstico desciende directamente del conejo salvaje “ Lepus cuniculus “.

Hace varios miles de años, el conejo salvaje abundaba en España y en el sur de Francia. Los romanos han propagado criaderos dentro del emperio y particularmente en Francia. Más tarde, fueron los monges del sur de Francia, quien han realmente domesticado el conejo en la edad media, para poder consumirlo durante los períodos de ayuno. Desde entonces, la Francia es considerada como el país tradicionalmente productor de conejos.

El conejo es un buen animal doméstico de selección. Es limpio, dócil e inteligente. El conejo despierta mucha admiración en todo el mundo, por numerosas razones: es tenaz y puede sobrevivir en medio de casi toda clase de situaciones. A causa de su elevada tasa de natalidad, el conejo ha sido capaz de mantener el número de ejemplares de su raza a un nivel constante, a pesar de la intervención del hombre.

El conejo se encuentra en casi todas las regiones del mundo, desde las regiones desérticas , hasta en las zonas polares heladas.

Las primeras noticias sobre la domesticación del conejo datan de la época del Imperio Romano, quienes fueron los primeros en darse cuenta del valor del conejo como producto o mercancía comestible. El origen del conejo doméstico se explica por las diversas modificaciones, debidas a la domesticidad y selección, que el conejo silvestre ha ido sufriendo sucesivamente a lo largo del tiempo, produciéndose así marcadas diferencias entre ellos. Estas diferencias se evidencian sobre todo en lo que respecta a la estructura del cráneo, el tamaño corporal, el color y la textura del pelaje, y el aspecto de las orejas; asimismo difieren en ciertos aspectos fisiológicos como en la duración del celo, que en los domésticos se prolonga a lo largo de todo el año, afectando así positivamente en su prolificidad.

Dadas las características de esta especie en cuanto a su precocidad sexual, su alta fecundidad, breve ciclo reproductivo, gran proliferación y proteína animal para la alimentación humana, la cunicultura ha pasado, en pocos años, de la explotación familiar, en la que se dedicaba la cría al propio consumo, a la explotación industrial.

Un ejemplo clásico de esta adaptabilidad y rápida reproducción ocurrió en la isla de Porto Santo, del archipiélago de las Madeiras en 1.418. Los portugueses soltaron conejos en la isla y los ellos se multiplicaron de tal manera que la isla tuvo que ser abandonada por sus habitantes. Otro ejemplo ocurrió en Australia, donde los conejos fueron introducidos por los ingleses. Los conejos se convirtieron en una verdadera peste hasta el punto que se introdujo deliberadamente la enfermedad para acabar con la población de los conejos.

Durante la segunda guerra mundial se pudo observar que muchos países en donde existían dificultades para la alimentación, se ha incentivado la población a dedicarse a la cunicultura a nivel familiar.

Hoy, esta especie es explotada, no solamente para la alimentación, pero, también para la industrialización de la piel.
Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40