Historia del comics en chile

Del chiste ilustrado a la estética underground

La historia del cómic en nuestro país se encuentra estrechamente relacionada con el desarrollo de la historieta y el humor gráfico, que iniciaron su recorrido entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Este desarrollo, en sus inicios, estuvo centrado principalmente en la sátira política, y más tarde en publicaciones orientadas al entretenimiento infantil. El primer personaje de historietas nacional, Von Pilsener, fue creado en 1906 por Lustig (Pedro Subercaseaux), y sus aventuras fueron reeditadas en la década de 1990 por el poeta e investigador Jorge Montealegre.

De estos años datan gran cantidad de publicaciones con historietas extranjeras y nacionales, entre las que destacaban algunas como El Pibe (1923), Don Fausto (1924), Pulgarcito (1938) y Pobre Diablo (1946), así como otras más conocidas por los lectores de hoy, como Topaze, dedicada al humor político, y El Peneca, dirigido desde la década de 1920 por Elvira Santa Cruz. Nació también antes de 1950 el más famoso de los personajes ilustrados de nuestro país: Condorito.

A partir de 1950, la historieta comenzó a experimentar gran difusión, lo que fue de la mano del mayor número de publicaciones que circulaban en esos años, casi todas dedicadas o bien al humor para adultos o a un público infantil. Entre las primeras podemos nombrar Pepe Antartico (1951) -personaje nacido de la pluma de Percy en 1947- y El Pingüino (1956), mientras que entre las segundas estaban Barrabases (1954), Mampato (1957), Disneylandia (1962), Aventuras Disney (1964) y Fantasías (1964). También apareció en estos años el primer número de Condorito, ya como revista independiente. El aumento de publicaciones especializadas generó la posibilidad de que el público accediera a material extranjero de mejor factura que el producido en Chile hasta ese momento.

Entre los fenómenos destacables asociados a la historieta de esos años, estuvo la utilización del formato como herramienta educativa, principalmente a través de la presentación de hechos históricos o adaptaciones de obras literarias. Ejemplos de esta vertiente son Ases de la Novela (1965), Hazañas Históricas (1965), y Forjadores de la Historia de Chile (1965).

Durante el gobierno de la Unidad Popular, la editorial estatal Quimantú publicó revistas como Cabrochico y libros de cuentos con formato de historieta, en los que trabajaron destacados creadores, como Rodrigo Lira. En este período, la historieta no estuvo ajena a la polarización política que vivía el país.

Tras 1973 las revistas de comics sufrieron una importante depresión, como casi todo el mercado editorial. A partir de la década de 1980, el cómic comenzó un vigoroso retorno a la escena editorial a través de publicaciones y eventos. Como expresión contracultural, las revistas se alejaron del simple entretenimiento, adoptando una estética más ácida y contenidos críticos en lo social y cultural. Quedan de esos años las revistas Trauko, Matucana y Bandido. De esos años es también, Un comic, realizado por los escritores Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky.

En permanente escritura, la historia del cómic nacional cumplió en 2006 su aniversario número 100.


Fuente: www.memoriachilena.cl
Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40