EL RENACIMIENTO

La astrología debe buena parte de su prosperidad, durante el Renacimiento, a la Iglesia y al apoyo que recibió de varios Papas.

Se ha dicho que una de la razones que Lutero se oponía a la astrología era por que estaba de moda en el Vaticano.

Los primeros Papas que se ocuparon de la astrología activamente fueron Sixto IV y Julio II. El sucesor de Julio II, León X, llevó un grupo de astrólogos a su corte para que le aconsejaran. Pablo III (1.468-1.549), el primer Papa de la Contrarreforma, utilizó astrólogos para fijar la hora de su consistorio. Incluso Urbano VIII (1.568-1.644), autor de una bula contra ciertos aspectos de la astrología, protegió a determinados astrólogos que le ayudaron en sus intrigas políticas y personales.

Este ejemplo fue seguido por las principales cortes europeas. Y los monarcas, Isabel I de Inglaterra se hacía aconsejar diariamente por el extraordinario Dr. DEE, y Cristian IV de Dinamarca, Segismundo II de Suecia y Federico de Bohemia empleaban astrólogos en sus cortes.

Un médico francés, Nostradamus, se convirtió en el profeta de su época, tras de predecir la muerte de Enrique II, en un torneo, cuatro años antes de que sucediera. La viuda del Rey, Catalina de Medicis, le tomó bajo su protección. Nostradamus, sin embargo, era más nigromante que astrólogo se decía que había llevado a cabo, con la reina, una sesión que duró 45 noches seguidas. En un momento dado, conjuró un espíritu para que predijese el futuro de la reina. Esta vio a sus tres hijos pasar frente a un espejo, una vez por cada año que iban a reinar. Luego su yerno, el protestante Enrique de Navarra (el futuro Enrique IV), pasó 23 veces. La reina turbada, abandonó el desagradable incidente.

En el popular CALENDARIO Y COMPUTO DE LOS PASTORES (1.493) se presentaba la astrología como la mayor influencia en la vida de los hombres; se hacían advertencias sobre la salud, el amor y el futuro. El pastor de la obra representaba la sabiduría que se adquiere por la observación del cielo, los planetas, los signos del Zodiaco y su naturaleza, que informaban sobre materias tales como "qué es bueno para hacer sangre o qué es malo o indiferente para lo mismo".

Con el auge de la letra impresa, aparecieron por toda Europa una multitud de almanaques, aunque comprarlos resultaba caro, fueron pasando de mano en mano o transmitidos a viva voz. Tenían una amplia audiencia campesina, igual que el CALENDARIO, y recordaban los momentos propicios para sembrar y cosechar, cuando bañarse, casarse o emprender un viaje. De esta forma mucha gente se enteraba de las creencias astrológicas y podía captar las alusiones al tema de dramaturgos y poetas concordantes, en el mayor de los casos, con el papel de Webster en la DUQUESA DE MALFI, que declara: "Somos tan sólo pelotas de tenis de las estrellas que nos golpean y lanzan a su antojo".

Los astrólogos del Renacimiento prestaron gran interés a los elementos místicos de su arte. Sus incursiones en la alquimia, la metoscopia, la numerología y otros campos, aumentaron el apetito del público por la revelación oculta, pero todo esto dispersó el núcleo del pensamiento astrológico.

En 1.543, Nicolás Copérnico, astrónomo polaco, publica un libro en el que razona que el Sol, no la Tierra esta situado en el centro del sistema solar (teoría Heliocéntrica).

Esta teoría heliocentrista ya era conocida por los estudiosos renacentistas, como por los matemáticos griegos, en concreto Aristarco, muchos siglos antes, pero se la consideraba sólo como una alternativa, no como una realidad. Copérnico era consciente de los peligros que entrañaba la ira de la Iglesia y no publicó su libro hasta estar en el lecho de muerte. Sus temores eran fundados, y al evidenciarse las implicaciones de su obra en los 50 años siguientes, la Iglesia demostró su hostilidad.

En 1540, el Tribunal de la Inquisición fue rebautizado como Congregación del Santo Oficio, pero sus técnicas represivas no se dulcificaron. Un seguidor de Copérnico, Giordano Bruno, fue quemado en la hoguera en 1.600 a causa de sus ideas, y en 1.663, el gran Galileo fue obligado a retractares. La Iglesia mientras toleraba las formas simbólicas y proféticas de la astrología, se sintió más profundamente amenazada por la nueva ola de astrónomos.

Las aservaciones de Copérnico no eran todas acertadas y careció de medios para probarlas. La prueba la aportaría irónicamente un astrólogo que se oponía con violencia al copernicanismo, el noble danés Tycho Brahe, la figura más excéntrica de la nueva era de la astronomía telescópica. Tycho vivió durante un periodo de transición en el que astrología y mecánica astronómica podían todavía, coexistir conjuntamente. Nació Tycho Brahe tres años después de la muerte de Copérnico; siendo en 1566 un entusiasta astrólogo que anunció un eclipse de Luna que coincidiría con la muerte del Sultán de Turquía.

En 1.573 apareció una nueva estrella tan brillante como para ser percibida a simple vista durante el día. Era, ahora lo sabemos, una Supernova, es decir un distante Sol (un "astro") que sufrió una enorme explosión y lanzó la mayoría de su material al espacio. Tycho no podía saber esto, pero comentó que la aparición de una nueva estrella destruía el dogma de que el firmamento era inmutable. También encontró un significado astrológico: "la estrella era al principio como Venus y Júpiter, produciendo efectos placenteros; pero al hacerse como Marte, vendrá un periodo de guerras, sediciones, cautiverio y muerte de príncipes y destrucción de ciudades, junto con ardientes meteoros en el aire, pestes y serpientes venenosas. Más tarde, la estrella será Saturno y vendrá finalmente, un tiempo de espanto, muerte, prisión y toda clase de desastres. La supernova hizo que Tycho se decidiera a dedicarse a la astronomía.

Kepler llegó a matemático imperial después de la muerte de Tycho en 1601; también tuvo inclinación hacia la astrología pero, a diferencia de Tycho, era partidario de Copérnico, y utilizó las exactas observaciones de Tyoho para probar que la Tierra y otros planetas giran en elipses alrededor del sol.

Los trabajos de Kepler dieron el golpe moral al sistema ptolemeico, aunque la Iglesia mantenía su oposición, y el libro de Copérnico no fue excluido del Index hasta 1835.

Pero las repercusiones para la astrología no fueron tan grandes como se podría suponer. Si bien el Sol ocupaba ahora el centro del Universo y la Tierra era tan sólo un planeta, las influencias astrológicas recibidas por los hombres seguirían siendo inmutables. Los astrólogos se dieron cuenta enseguida de que el nuevo sistema no afectaba a su arte en lo más mínimo.

Cuando en 1675, se fundó Greenwich, principal observatorio británico, se hizo cargo de su dirección el reverendo John Flasteed, primer astrónomo real. Este realizó el horóscopo del observatorio, pero terminó con estas palabras: "Risum teneatis amici" (¿No os da risa amigos?).

Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40