Las ruinas de la casa Werner en Tomé multiplican mito popular

El despecho de una mujer que no pudo unirse a su verdadero amor, sería el motivo del mito urbano de la fantasma Edith Werner.


Entre árboles y ruinas se alza la principal construcción del panorama arquitectónico tomecino durante el siglo XX. Ahora convertida en la sombra de antiguos recuerdos, los desgastados muros cobijan el espíritu de Edith, la primogénita de Carlos Werner, el principal impulsor de la industria Bellavista Oveja Tomé, clausurada ya desde 2007.

Cuentan los habitantes de la comuna, que la joven murió de amor, por el matrimonio obligado con Oskar Isensee que debió consumar, pese a la atracción que sentía por un hombre de menor estrato social.

El libro "Bellavista; Memoria oral para un pueblo industrial" (enero, 2010) -de los autores Sebastián Pérez, Eduardo Becker, Maura Saavedra y Eduardo Saldías- detalla que Edith Werner residió en una casona ubicada en Viña del Mar, en la céntrica calle Viana. "El 12 de septiembre de 1921 se quitó la vida con un revólver", escriben.

La creencia popular indica que la muchacha sigue visitando el sector que la acogió durante su infancia, toda vez que su verdadero amor pertenecía a la empresa textil de su progenitor.

Sospechosos sonidos se agolpan sobre los techos de las construcciones de la ciudad, desde la deshabitada casa de los Werner. Curioso resulta entonces, que si el cuerpo de la adolescente reposa en Viña del Mar, su espíritu insista en permanecer en la memoria de la población tomecina.

DOLOR DE PADRE

En la publicación "Bellavista; Memoria oral de un pueblo industrial", los investigadores responsables aclaran que "el cuerpo de Edith fue embalsamado y posteriormente trasladado al cementerio de Tomé, donde su padre Carlos Werner ordenó adoquinar el camino el camino que une el camposanto con el centro de la ciudad".

Las exequias de la joven provocaron tal conmoción en Tomé, que encomendar diversas peticiones al altar de la fallecida se transformó en un ritual característico. Esto provocó el siguiente traslado definitivo de sus restos a Viña.

Al respecto, Rodrigo Núñez, guía turístico y miembro del Consejo Comunal para el Patrimonio de Tomé; reclama la posesión de los monumentos por parte de las autoridades, toda vez que hoy son ocupadas por particulares.

"En los últimos 20 años, los visitantes, además de los propios tomecinos han destruido esta casa. Se llevan ladrillos de recuerdo", explicó Núñez

Según el gestor cultural, nadie puede proteger la conservación de este tipo de construcciones en la localidad, debido a que la mayoría de ellos se encuentra a la deriva. "Sólo después de su reconocimiento dentro del patrimonio cultural, el gobierno cuidaría su mantención".

LA HUELLA DE UN GRANDE

Carlos Werner Richter se transformó en el gran responsable del éxito que la industria textil alcanzó en la región en sus 142 años de existencia.

En 1911 el alemán compró la empresa a su cuñado, Federico Wolf, tras lo cual dispuso la construcción de un sector residencial exclusivo para sus trabajadores de mayor jerarquía: nacía la población Los Cerezos.

El mandamás reservó para él la porción más aventajada. Construyó su casa en la cima de este recinto, rodeado por árboles frutales de toda especie y -con rasgos de vigilante- la vista panorámica de toda la comuna .

Actualmente, Los Cerezos se ha transformado en visita obligada para los turistas que visitan Tomé.

Esto fue obtenido de: http://www.elsur.cl/base_elsur/site/artic/20100214/pags/20100214005000.html
Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40