Antigua Sabiduria Mapuche



La sabiduría de los antiguos mapuche y las coincidencias con las culturas clásicas

En investigaciones que se han hecho sobre la mundo mapuche, se ha descubierto entre otras cosas, que la historia de este pueblo indígena tiene dos pasados: uno el que cuenta el mapuche común y otro el de los iniciados en su tradición sagrada, entre los que se encuentran sus chamanes o machi. Los "profanos”, es decir, aquellos indígenas no iniciadas en los conocimientos sagrados de su pueblo y que son la mayoría de los mapuche, se les denominan Reche o "gente pura” (re: puro, che: gente). Los estudios que se han hechos a esta historia paralela a la oficial, ha llevado a descubrir que los mapuche no son una cultura primitiva y atrasada, como los occidentales blancos pretenden, sino que son los restos degradados de una civilización milenaria en otros tiempos muy culta y avanzada y que la coloca en igualdad de condiciones con culturas clásicas, como la China, India, Griega, Romana, Asiría, etc.

Se han encontrado inscripciones en las cumbres de algunos cerros, también registros escritos en corteza de árboles cuidadosamente ocultos, todas estas, que ya no se dejan descifrar ni por el mapuche común, ni por sus machis y aún menos por los occidentales. Es como si el indígena, hubiese olvidado repentinamente su lenguaje escrito proveniente de una época muy remota y solo le quedara la historia oral, expresada en historias, mitos y antiguas leyendas. El observador abate Juan Ignacio Molina vislumbra este hecho de los mapuche como herederos directos de una antigua civilización al escribir en 1787: "Parece que el pueblo araucano (mapuche)... haya sido otro tiempo mas culto de lo que es al presente, o (quizás)... sea el resto de algún gran pueblo ilustrado”

Dichas afirmaciones quedan claras al examinar las pasmosas las analogías de la tradición sagrada mapuche con la religión griega arcaica: el río Küllenleufü, el Aqueronte; el barquero Trempulkalwe, el barquero Caronte, el barco Kaleuche, la barca de Caronte, el país de los muertos Ngullcheñmaiwe, el Hades helénico, etc. Esto tan sólo nos da una pequeña idea del alto nivel metafísico y filosófico de la religiosidad tradicional mapuche, de la que se encuentran otras impactantes analogías tanto del viaje a esa región de los muertos, como la descripción de ese lugar con el "Bardo Thödol” tibetano, lo que describe el egipcio "Libro de los muertos”, en la "Divina Comedia” de Dante Alighieri, en "La Eneida” de Virgilio, en el "Poema de Gilgamesh”, en el "Libro del viaje nocturno” del místico árabe Mohammed ibn Al-Arabi, así como la mayor parte de las tradiciones chamánicas del mundo: siberianas, africanas, americanas, etc. Otra coincidencia es la versión mapuche de la creación del mundo con lo descrito en los primeros versículos del Libro del Génesis, hasta en el Nguillatun que es la ceremonia más sagrada de los mapuche que se realiza desde tiempos inmemoriales hay analogías si se analizan cuidadosamente sus elementos con la misa católica y existen muchísimas otras analogías referentes a otros aspectos del mundo mapuche que significaría extenderse mucho mas.

La cultura mapuche asume que su tradición sagrada es universal y los indígenas "profanos” no iniciados en esta sabiduría, aún cuando lo busquen durante todo el transcurso de su vida, alcanzarán a comprender solo una parte de ella. Algo similar ha vislumbrado la investigadora Maria E. Grebe, al tratar de indagar en la cosmovisión y religiosidad tradicional indígena en su articulo llamado "El subsistema de los ngen en la religiosidad mapuche” nos dice: "Surgen algunas interrogantes: ¿Porqué ha perdurado dicho desconocimiento? ¿Qué factores han contribuido a tal bloqueo o dificultad de acceso a algunos aspectos de la religiosidad mapuche? Quizás no es aventurado señalar algunas razones posibles. Una de ellas apunta a la notable complejidad del sistema religioso mapuche y a la densidad de sus articulaciones simbólicas. A ésta se suma el carácter cerrado, secreto o acaso iniciático de una parte considerable de sus concepciones y creencias, lo cual ha bloqueado el acceso a los occidentales a su religiosidad tradicional, acceso que sólo es posible mediante el informe del investigador generado por una adecuada interacción mantenida durante un trabajo de campo en períodos muy prolongados”

La existencia de los mapuche, sus tradiciones y razón de ser como pueblo están estrechamente ligadas a la preservación de su tierra (de ahí su nombre mapu: tierra y che: gente) y en general al mundo natural que consideran sagrado. Algo que la sociedad argentina ajena a lo indígena y centrada mas bien en el materialismo, le resulta muy difícil de comprender, por haberse olvidado de vivir en armonía con la naturaleza. Materialismo cuyas consecuencias han sido advertidas por la antigua sabiduría indígena (tradicionalmente difundida solo en el ámbito mapuche), sino que también por la de los pueblos originarios de todo el continente y en plena coincidencia con lo descrito en la Biblia en el Libro del Apocalipsis de San Juan. Camino que llevará una catástrofe final que aniquilará a casi toda la humanidad, si nos negamos a cambiar y que en la Biblia se llama "El fin de los tiempos”. Los signos de "El fin del los tiempos” que precederán la segunda venida de Cristo según la enseñanza del Cristianismo podrán reconocerse como tales y algunos son: el evangelio se predicará en todo el mundo (Mateo 24:11) la gran masa de los judíos se convertirán (Romanos 11:25-27) naciones enteras se apartarán de la fe (2 Tesalonicenses 2:3) el Anticristo vendrá (2 Tesalonicenses 2:3, 8-10) y habrán señales naturales como terremotos, hambre, pestilencia y el oscurecimiento del sol (Mateo 24:29-31)


Algunos datos arqueológicos e históricos sobre los mapuche

La cordillera nunca fue considerada como una barrera por los mapuche y los tehuelche y era cruzada regularmente, varios siglos antes de la formación de las naciones de la Argentina y Chile. Hechos que la arqueología argentina comprobó hace tiempo en hallazgos de cerámica mapuche de mil años de antigüedad, en la actual provincia de Neuquén. De hecho el religioso e historiador español Diego de Rosales, al ser uno de los primeros jesuitas en llegar a este territorio, dice en el año 1651 en uno de sus escritos, que llega a una gran laguna que se llama Nahuel Huapi (nombre innegablemente mapuche, que ya usa en ese tiempo). A esta antigua época de cruces por la cordillera, se remonta el contacto entre ambos pueblos indígenas, expresado en la fusión étnica en sus actuales descendientes de las comunidades mapuche-tehuelche, aun cuando dicho contacto entre ambos pueblos equivocadamente algunos historiadores pretenden como iniciadas recientemente en el siglo XIX, sin considerar los aportes que ha revelado la arqueología.



Es digno de mencionar unos ejemplos: en la Unidad de Antropología y Arqueología del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), encabezado por su director, Julio Vezub concluye que: "El registro arqueológico, histórico y etnográfico documenta el poblamiento milenario del interior patagónico y la continuidad étnica y familiar entre ambos pueblos indígenas y la ocupación histórica, anterior a la existencia y expansión de la nación y la llegada de los inmigrantes”. Algo similar en sus conclusiones expresa Walter Delrio, doctor en historia, investigador del CONICET, docente de la Universidad Nacional de Río Negro y autor del libro "Memorias de Expropiación” y uno de los académicos que más conocen sobre los pueblos originarios del sur del país, diciendo: "La arqueología comprobó la ocupación milenaria de ambas vertientes andinas como una misma área y no sólo como cruces cordilleranos de población humana, sino de la utilización conjunta del territorio que se ve como 'ambos lados de la cordillera' en la actualidad”. Delrio remarca que las poblaciones cruzaron la cordillera de manera regular desde muchos siglos antes a la conformación de los estados nacionales y advierte que no es casualidad el momento histórico en el que esa acción comenzó a ser vista como contraria al sentir de la oligarquía bonaerense, que deseaba apoderarse de esas tierras, beneficiándose con ellas e incorporándolas a la nación, porque veían a la sociedad indígena como una unidad que debía ser desintegrada en su conjunto.

Por eso recién en la década de 1870 cuando se inicia la Campaña del desierto encabezada por Julio A. Roca y hasta la década de 1930, fue cuando se origina el insólito argumento de transformar en "invasores extranjeros” a toda la población indígena de la Pampa y Patagonia para justificar la acción del ejercito y que posteriormente se uso para deslegitimar sus reclamos. Por otro lado desde esta incursión militar es que vienen aquellas clasificaciones inflexibles que hasta hoy se usan y que contienen como base en toda su argumentación, el error conceptual de atribuirle nacionalidades a culturas originarias existentes antes del nacimiento de ambos países, es decir, las que asocian mapuche igual indígena "chileno” y tehuelche igual indígena "argentino”; posturas rígidas que han sido desestimadas por la antropología e historia de los últimos 30 años, concluyen en general los expertos dedicados a estas ciencias sociales. Asegurar hoy que el mapuche eliminó al tehuelche no es más que un mito originado durante dicha campaña militar hace más de 100 años y se uso después para negarles sus derechos a los indígenas. Afirmación que sus descendientes mapuche-tehuelche lo interpretan como una ofensa. Entre los hechos históricos ha señalar, se mencionaran algunos poco conocidos por los argentinos.

Después de capturar miles indígenas durante la Campaña del desierto, a la mayoría ya hechos prisioneros los trasladaron a la isla Martín García situada en medio del Río de la Plata, el mismo lugar donde estuvieron encarcelados Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi. En esa isla se les obligaba a hacer trabajos forzados y la mayoría de los adoquines de granito que en una época empedraban las calles de Buenos Aires, estaban regados con el sudor, la sangre y el sufrimiento de los mapuche que trabajando a destajo los cortaban en las canteras de las cárceles de Sierra Chica y Martín García. Miles de indígenas murieron en esa isla y sus cuerpos en vez de ser sepultarlos eran arrojados al Río de la Plata. Los que no murieron se les trajo al Hotel de Inmigrantes, en el puerto de la ciudad de Buenos Aires. Y una vez allí se comenzó a repartir a los hombres como esclavos al interior del país en las grandes haciendas de los oligarcas, las mujeres como sirvientas o prostitutas y los niños los regalaban a quien los pidiera, quitándoselos de los brazos a sus madres quienes gritando y llorando imploraban de rodillas que no les quitaran sus hijos en su escaso español. Muchos de ellos desfilaron en largas filas, encadenados por la Avenida de Mayo de Buenos Aires rumbo al puerto. Según se cuenta, los anarquistas fueron los únicos que se solidarizaron con los prisioneros y los vitoreaban a su paso, el resto de la gente los miraba con la misma curiosidad como cuando se va a un zoológico.

Luego de terminada la Campaña del Desierto, comienza la Campaña de los Andes que concluirá en 1885 con la rendición del cacique Sayhueque y la invasión total de las tierras mapuche. El único que logró escapar y nunca más fue atrapado fue el cacique Purrán. Reuquecura, hermano de Calfucura que gobernaba en la región del Llaima es derrotado 1883. La gente de Reuquecura y Alvarito Reumay fueron obligados por el ejercito a recorrer a pie desde la cordillera hasta los puertos de Bahía Blanca o Carmen de Patagones, en el Atlántico, para ser llevados luego en barco a la isla Martín García o a Buenos Aires. El barco que hacía ese trayecto era el famoso vapor llama Pomona.

Muchos miles de personas, caminaron unos 1.400 kms. y la mitad de ese camino eran parajes muy desérticos en aquel tiempo. Mucha gente anciana y niños murieron en el trayecto y los sobrevivientes sufrieron mucho. Suceso muy parecido a aquel que se llamó "El camino de las lágrimas” que ocurrió en Norteamérica en 1838 con los indígenas Cheroki. Por ejemplo en Ñorkin, en la actual provincia del Neuquén vivían más de 2.000 mapuche-pehuenche, el Coronel Rufino Ortega capturó a todos y se los llevó a caminando hasta Mendoza, unos 900 kms. por las montañas y nadie regreso. Allá fueron repartidos a distintos lugares, algunos fueron a parar tan lejos como a Corrientes y Entre Ríos. A los mapuche de Azul (provincia de Buenos Aires) los llevaron caminando hasta Pulmarí en el Neuquén. Así se repitieron muchos de estos casos.



A pesar que los sacerdotes católicos acompañaban siempre a los soldados del ejército, a los ancianos los dejaban en el camino para luego morir de sed, o los topaban con los caballos para que apuraran la marcha y en algún momento quedaban botados en el camino, muriendo por la insolación. A los más fuertes los golpeaban con el rebenque o a culatazos con los fusiles Rémington o les soltaban los perros que llevaba el ejército. A las mujeres las violaban en ocasiones frente sus familias y a los que se negaban a avanzar rápido debido al cansancio, se le amarraba y se les ponía acostado en el suelo, para después hacerle pasar por encima toda la caballada y el ganado que los soldados llevaban con ellos para alimentarse. Hasta los mismos criollos y europeos, que habían sido antes cautivos de los indígenas, ya no eran vistos por los soldados como uno de ellos y eran tratados del mismo modo que a los mapuche; Lorenzo Deus un cautivo europeo que vivió entre ellos cuenta en sus memorias de esas terribles cosas que le toco experimentar y ver.
Última modificación: miércoles, 3 de enero de 2018, 21:53