A través de variadas bebidas, recetas, talismanes, objetos, esencias, alimentos y aromas, el hombre ha tratado de disfrutar e incrementar, con o sin éxito, sus relaciones sexuales y eróticas. Lo cierto, es que su utilización despierta un interés tan grande que hace aflorar espontánea la interrogante ¿ Surten real efecto o es sólo un asunto de sugestión propia de la ansiedad sexual?

La definición científica para el término afrodisíacos es "un estimulante del apetito sexual, que provoca un aumento del deseo y el desempeño íntimo; que sea seguro o sea desprovisto de efectos colaterales; que sea selectivo, es decir, que actúe solamente sobre el deseo y el desempeño sexual y cuyo efecto, esté relacionado proporcionalmente con la dosis empleada".

Lo concreto, es que en todas las culturas y a lo largo de todas las épocas, encontrar la fuente del placer perpetuo ha sido uno de los principales objetivos del comportamiento humano. Prolongar la intimidad sexual, potenciar el deseo y elevar al máximo el rendimiento individual, son aspiraciones que el hombre, en términos genéricos, a buscado con inusual afán.

Los afrodisíacos por lo general están relacionados con los frutos marinos, tal vez por asociación directa con Afrodita, diosa del amor, símbolo del erotismo, sensualidad y placer, nacida de la espuma marítima para regir desde el Olimpo los vaivenes del amor.

Con el pasar de los siglos, sus características mitológicas se transformaron en algo más terrenal.
Comenzaron a aparecer numerosos productos a los cuales se les atribuyeron ciertas propiedades, las que paulatinamente han crecido a la par con las personas que se han involucrado con su uso.
Por ejemplo, la ingestión de comidas ha adquirido una relevancia especial, además de la serie de complementos que contribuyen a hacer sus propiedades afrodisíacas mucho más sugestivas, como las velas, la luz tenue, el olor a esencias, la disposición corporal, en fin, una serie de estímulos que propician que la sensualidad sea un geiser en erupción.
Para muchas culturas las yerbas han representado no solo propiedades curativas, sino también la fuente de la salud, la virilidad y el placer.
En efecto, distintas tribus, de hecho, utilizan la selva como una especie de farmacia de la cual pueden sacar diferentes medicinas para aumentar o disminuir la actividad sexual.
Aumentarlo, en el caso propio, disminuirlo en el caso de las tribus enemigas, es decir, un efecto anafrodisíaco.
Por otro lado, los filtros del amor, los brebajes y las pócimas actúan como facilitadores de la pasión, del enganche permanente y como una forma mágica de retener al ser amado, perpetuando el uso y la creencia en magias blancas y negras.
El alcohol y las drogas también representan un estimulante por excelencia, actúan como dilatador y desinhiben la expresión verbal y corporal, aligeran la fantasía y la percepción, transformando de alguna manera a quien lo consume, y desarrollando en él o ella la sensación de poder y seguridad, lo que los lleva a ser arriesgados, intrépidos y conquistadores.
Por el contrario, el exceso de su consumo revierte el proceso e inhibe, a nivel psicológico y físico, cualquier expresión de la respuesta sexual.

Pero, ¿existe realmente aquella sustancia mágica que otorgue el poder, el deseo y la potencia que se busca para ejecutar una relación sexual? o ¿nos hemos dejado llevar ciegamente por esos afanes, realmente considerar que el mejor ungüento para una relación larga y duradera es el amor?

Virginia Lemus, psicóloga clínica y especialista en temas de pareja, sostiene que "a los afrodisíacos no se les debe sobredimensionar más allá de lo que son, un perfume, un aroma o una comida sugestiva, pero de ahí a pensar que con ellos activo mi desempeño sexual y mejoro mi relación de pareja es una concepción totalmente errada, y que no va por el camino indicado de cómo llevar una vida en pareja. Creo que la relación de un hombre y una mujer parte de una situación mucho más mágica, es más visceral y hormonal, que estar buscando ese complemento en algo afrodisíaco".

Por el contrario, Amaya, profesional del esoterismo desde hace 20 años, se da cuenta de la efectividad de los afrodisíacos: " Yo lo compruebo con todas las personas que acuden a mí y que vuelven para que les prepare una esencia, un perfume o les dé alguna receta afrodisíaca. Lo atribuyo a que como estimulantes atacan preferentemente los sentidos, incluyendo la percepción, más que a la razón o al consciente. Tienen mucho de magia, de disposición hacia el sexo, crean un estado de ánimo especial, el cual siempre se ve favorecido por una excelente relación intima".

Pablo Reveco y Daniela Zurita, joven pareja de recién casados, opinan respecto al tema: "nuestra vida intima y sexual es tan óptima, que no vemos la necesidad de utilizar afrodisíacos, aunque tampoco nos cerramos a la posibilidad de probarlos alguna vez. Lo nuestro es compartir, conversar conocernos, en definitiva que el amor sea nuestro mejor estimulante".

Inevitablemente el uso de los afrodisíacos queda a discusión y bajo decisión de la pareja, pero ojalá manteniendo siempre un concepto muy claro: el amor y el erotismo no es asunto que se pueda moldear, formular y dirigir a través de remedios o pócimas fantásticas. Eso se cultiva con fantasía, creatividad, humor, una música sugestiva y un ambiente propicio para una vida sexual romántica y placentera. Lo demás es solo condimento.

Esa afrodisíaca historia

Se cree que las raíces etimológicas de la palabra afrodisíacos provienen de la diosa griega del amor Afrodita, la cual -cuenta la mitología- habría nacido de la espuma del mar (Aphros).
Las primeras referencias que se tienen de su presencia en la historia, se remontan a los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento, en ellos aparece una planta denominada mandrágora, que era consumida por los nobles de la época en Egipto, para optimizar el rendimiento sexual y a la vez, desinhibir a las más conservadoras damiselas.
En Grecia clásica, el filósofo Aristóteles realizó algunos estudios acerca del efecto afrodisíaco de las cantáridas (insecto más conocido como mosca española), además de algunos vegetales y productos animales asociados con el deseo sexual.
Durante el descubrimiento de América muchas sustancias de origen vegetal fueron descubiertas en el Nuevo Mundo, principalmente en la selva amazónica, manantial inagotable de hierbas medicinales para aumentar el deseo y la actividad sexual de las tribus americanas.
A partir del renacimiento comenzó a predominar el concepto científico, separando más nítidamente la medicina de la religión, magia o brujería.
Investigaciones posteriores apoyadas por la bioquímica y la farmacología comenzaron a aclarar y dar cierto valor científico a una amplia gama de medicamentos que estimulaban el apetito sexual.
Una de esas sustancias es la Yohímbina, la cual se extrae de la corteza de árboles africanos y plantas amazónicas, en 1958 fue sintetizada y hoy forma parte de varios medicamentos encontrados en el mercado.

Chocolate Sensual

Las potencialidades afrodisíacas del chocolate tienen su punto emblemático en Giovanni Giácomo Casanova, el amante más grande de todos los tiempos. Se cuenta que este veneciano de dilatada fama en cortes europeas, a los 23 años ya contaba con una bitácora repleta de historias de alcoba, lo que provocó su expulsión del Seminario de San Cipriano, cuando estaba a punto de ponerse los hábitos.
No obstante, su espíritu amante no claudicó y se expandió desde Venecia a San Petersburgo, desde París a Constantinopla, levantando sabrosos mitos acerca de su inefable apetito sexual.
Recientes investigaciones científicas acerca de su potencialidad se centraron en sus hábitos alimenticios, llegando a la conclusión que el chocolate que ingería en grandes cantidades, ya fuera sólido o líquido, era el catalizador de su rendimiento amatorio.
Situación que ratificó el mismo Casanova, en su libro "Memorias" de 1755, quien se vanagloriaba de acostarse con cuatro o cinco mujeres cada noche, gracias a las fuerzas que le otorgaba su dieta rica en chocolate.
La razón es simple, el chocolate se prepara en base al cacao, que si es un producto que tiene propiedades afrodisíacas. El cacao es oriundo de América (sobre todo de los climas cálidos) y cuando llegaron los conquistadores al Nuevo Mundo rápidamente se apropiaron de su producción y de sus efectos. Lo exportaron a Europa, en donde Casanova lo utilizó como el arma predilecta en su mítico historial sexual.


Fuente: http://www.vivirenpareja.cl/pages/reportajes/afrodisiacos.htm
Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:40