Se dice que san Bonifacio, evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó un árbol que representaba al Yggdrasil (aunque también pudo ser un árbol consagrado a Thor), y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne, símbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo como luz del mundo. Conforme pasó el tiempo, las manzanas y las luces, se transformaron en esferas y otros adornos.

Con el paso del tiempo, se agregó la tradición de poner regalos para los niños bajo el árbol, enviados por los Reyes Magos, Olentzero o Papa Noel dependiendo la leyenda del país donde se encuentre.

El árbol de Navidad recuerda al árbol del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de donde vino el pecado original; y por lo tanto recuerda que Jesucristo ha venido a ser Mesías prometido para la reconciliación. Pero también representa al árbol de la Vida o la vida eterna, por ser de tipo perenne.

La forma triangular del árbol (por ser generalmente una conífera), representa a la Santísima Trinidad.

Al principio, san Bonifacio adornó el árbol con manzanas que eran las tentaciones. Hoy día, se acostumbra colocar esferas, que son los dones de Dios a los hombres; además de las oraciones que se hacen durante el Adviento. Según el color simbolizan:

* azul representa a las oraciones de reconciliación
* plata las de agradecimiento
* oro las de alabanza
* rojo las de petición.

Las luces, que en un principio eran velas, son la luz de Cristo.

La estrella en la punta del pino representa la fe que debe guiar la vida del cristiano. Y recordando a la estrella de Belén.
Última modificación: jueves, 7 de junio de 2018, 07:39