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  • General

    El binomio Alimento-Salud y sus implicaciones conceptuales
    Uno de los factores que han dejado una huella importante en la
    sociedad occidental y han caracterizado muchas de sus preocupaciones
    durante la segunda mitad del siglo XX ha sido el binomio Alimentación-
    Salud. A lo largo de todos esos años, el ser humano ha desarrollado
    una gran sensibilidad frente a la posible relación entre la alimentación
    que recibe y su estado de salud.
    Dentro de esta línea, diversos trabajos científicos han puesto de
    relieve cómo ciertos ingredientes naturales contenidos en los alimentos,
    proporcionan beneficios medicinales, de tal modo que su presencia en
    la dieta puede resultar muy útil, unas veces para prevenir y otras
    para curar algunas enfermedades:
    Acciones curativas: 1. oligosacáridos (malas digestiones^ altos niveles
    de colesterolj baja biodisponibilidad de nutrientes). 2. fibra dietética
    (hipertensión, cáncer de colon).
    Acciones preventivas: 1. antioxidantes, betacarotenos, vitamina A y
    agentes probióticos (cáncer en general) 2. calcio (osteoporosis) 3. proteínas
    de leguminosas (altos niveles de colesterol, enfermedades cardiovasculares)
    4. vitaminas C y E (cataratas, escorbuto, hepatitis) 5. di y poliaminas
    (demencia senil).
    Es evidente que, en la actualidad, nuestra sociedad occidental presenta
    una gran preocupación por las repercusiones que sobre su salud
    puedan tener los alimentos que ingiere; incluso se acepta sin reparos,
    que la salud de una persona o de un grupo de población, es un bien
    capaz de ser controlado mediante una alimentación adecuada.
    Precisamente estos planteamientos han conducido a la aparición
    en el mercado alimentario de productos que recaban un cierto papel

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    En la medicina nutricional al ofertar beneficios para la salud del consumidor.
    Sin embargo, muchos de estos productos alimenticios no siempre
    están de acuerdo con las definiciones admitidas para los atributos
    alimenticios relacionados con la salud humana.
    Considerado desde un punto de vista nutricional, un ALIMENTO
    es «todo producto que, por sus componentes químicos y por sus características
    organolépticas, puede formar parte de una dieta con el
    objeto de calmar el hambre, satisfacer el apetito y aportar los nutrientes
    necesarios para mantener al organismo en un estado de salud».
    Es decir, un alimento es aquel producto, natural o transformado,
    capaz de suministrar al organismo que lo ingiere la energía y las
    estructuras químicas necesarias, para que pueda desarrollar sin problemas
    sus procesos biológicos. Pero un alimento no sólo debe nutrir,
    sino también ha de poseer tales atributos sensoriales que estimule el
    apetito y sea apetecible.
    En la práctica, existen productos que pueden formar parte de la
    dieta sin una finalidad nutricional, sólo para satisfacer un deseo apetecido:
    el café o el té por su acción estimulante; las bebidas carbonatadas,
    por su acción refrescante; los condimentos y especias, por la función
    organoléptica que desempeñan; etc.
    En relación con los alimentos, cabe hablar hoy día de dos tipos
    de propiedades: a) nutricionales. b) funcionales.
    a) Las Propiedades nutricionales se definen como aquellas que derivan
    de la capacidad para contribuir al nivel de nutrientes aportados
    por la dieta alimenticia y que son necesarios para que el organismo
    pueda llevar a cabo todas las funciones fisiológicas y bioquímicas propias
    de sus procesos vitales.
    De todas las estructuras químicas integradas en la composición de los
    alimentos, solamente seis pueden realizar la función de nutrientes: agua,
    proteínas, hidratos de carbono, Kpidos, vitaminas y elementos minerales.
    b) Se consideran Propiedades funcionales las que, al margen del
    valor nutritivo, determinan el comportamiento del alimento, entendido
    éste como un sistema integrado por diversas especies químicas.
    Muchas de las estructuras presentes en la composición química
    de un alimento pueden desempeñar varias funciones determinantes
    de sus propiedades, al margen de su papel de nutrientes. De hecho,
    estas propiedades funcionales pueden abarcar tres ámbitos importantes,
    en relación con el uso y consumo de los alimentos:
    • Propiedades sensoriales: son las que hacen apetecible o atractivo
    a un alimento, en virtud de unos atributos percibidos por los

    Alimentos para la salud
    órganos de los sentidos: color, sabor, olor, flavor, textura, jugosidad,
    apariencia, etc.
    • Propiedades tecnológicas: son las que permiten contribuir, o al
    menos facilitar, los procesos vinculados a la tecnología de fabricación
    industrial, o a las operaciones culinarias, siempre orientados
    a proporcionar las condiciones más aptas para su consumo.
    • Propiedades saludables: son las que contribuyen a que el consumo
    del alimento no resulte perjudicial desde un punto de vista
    higiénico-sanitario.
    Hoy día se conocen cuáles son las estructuras químicas responsables
    de las diferentes propiedades específicas de un alimento: las
    que intervienen en las características organolépticas, como color, sabor,
    olor, flavor, textura, etc.; las relacionadas con propiedades tecnológicas,
    esenciales para la específica elaboración de un alimento;
    incluso las que inciden sobre su calidad higiénico-sanitaria, bien
    porque proporcionan beneficios saludables o, por el contrario dan
    lugar a efectos tóxicos. De este modo, cabe relacionar las funciones
    específicas de cada componente químico con las diferentes propiedades
    manifestadas por los sistemas alimentarios (Cuadro 1). Todas ellas
    inciden cada vez más en la demanda de alimentos, porque hoy día
    se exige que todo producto alimenticio sea nutritivo, apetecible, y sanitariamente
    correcto.
    No obstante, ante el interés por la incidencia de la alimentación
    sobre la salud, la ciencia de los alimentos se ha encontrado ante la
    necesidad de adoptar nuevos calificativos, cuya aplicación ofrezca una
    mejor comprensión de los atributos que, en este sentido, caracterizan
    a los alimentos comercializados.
    • alimento sano: cuando su composición carece de sustancias tóxicas,
    o de microorganismos patógenos, que puedan ocasionar
    alguna intoxicación o enfermedad en el que lo consume. Es un
    requisito que debe cumplir todo alimento en uso, para que desde
    un punto de vista higiénico-sanitario pueda ser calificado como
    seguro.
    • alimento saludable: cuando carece de sustancias, o al menos
    no las contiene en cantidades importantes, cuyo frecuente consumo
    pueda significar algún riesgo de enfermedad crónica.
    • alimento para la salud: cuando en su composición participa
    algún tipo de estructura química, cuya ingestión tenga acreditada
    actividades preventivas frente a ciertas enfermedades de tipo
    crónico.

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    CUADRO 1. Principales funciones vinculadas a las especies químicas que integran
    la composición de un alimento
    Función de nutriente
    Proteínas Elementos minerales
    Hidratos de Carbono Vitaminas
    Lípidos Agua
    Función sensorial
    color: betalaínas y derivados benzopirenos, isoprenos o tetrapirrólicos.
    sabor: ácidos orgánicos, azúcares, taninos.
    flavor: aminoácidos, nucleótidos, terpenos.
    textura: lípidos, polisacáridos, proteínas.
    Función tecnológica
    Azúcares, lípidos, polisacáridos, proteínas.
    Función saludable
    Ácidos grasos poliinsaturados omega, ácido ascórbico, ácido fítico, aminoácidos, catequinas,
    ditioltionas, fructo- y galacto-oligosacáridos, isoflavonas, péptidos de caseína, tialilos, tocoferoles,
    etc.
    Incidencia en el mercado alimentario
    Aunque las primeras aplicaciones dietéticas de los alimentos se
    remontan a los tiempos de Hipócrates en el siglo V antes de Cristo,
    la evolución que ha experimentado la clínica médica a lo largo del
    tiempo las ha relegado a consideraciones secundarias. Sin embargo,
    el interés actual por el binomio Alimentación-Salud hace que, poco a
    poco, el alimento recupere su papel en la prevención y tratamiento
    de las enfermedades y alcance una mayor relevancia en el ámbito de
    la salud humana.
    Sin embargo, dentro del amplio espectro de prácticas nutricionales
    que se aplican como complementarias a los tratamientos clínicos de
    las enfermedades crónicas existen algunas metodologías que no responden
    a verdaderos fundamentos científicos: ofertas de suplementos
    nutricionales, modificaciones dietéticas o sistemas terapéuticos, basados
    en consideraciones puramente teóricas, sin un fundamento científico
    que las apoye. Entre otros planteamientos, habría que citar a los numerosos
    alimentos milagros que en estos últimos tiempos inundan el

    Alimentos para la salud
    mercado alimentario. A pesar de todo, la industria alimentaria ha sabido
    responder a las demandas de la sociedad en su preocupación por la
    mejora de su estado de salud y ha puesto en el mercado productos
    alimenticios avalados por la experimentación científica.
    Desde un punto de vista histórico, los primeros en aparecer han
    sido los alimentos calificados de «Saludables» («Health Foods»). Son
    productos cuyos diseños resultan adecuados para elaborar dietas que
    han de ajustarse a requisitos dietéticos estrictos: exentos de gluten,
    bajos en sodio, pobres en calorías, etc. Entre los primeros comercializados
    cabe destacar los productos caracterizados por un bajo contenido en
    sodio, aunque no siempre respondan a las reducidas exigencias de las
    personas hipertensas. En la práctica, estos alimentos exigen una tecnología
    de elaboración que plantea problemas prácticos muy difíciles
    de resolver, sobre todo en cuanto a su aceptación sensorial. Dentro
    de esta línea, adquieren un gran auge comercial por la década de los
    años 80 los alimentos que ofertan un aporte de energía inferior a lo
    tradicional. Suelen llevar en su etiquetado la calificación de «producto
    light». Pueden citarse diversos tipos que, en sus formulaciones, introducen
    cambios cuantitativos y cualitativos con el fin de reducir su
    oferta energética: productos de panadería, bebidas no alcohólicas, caramelos
    y chicles, derivados lácteos, postres helados, frutas rellenas,
    salsas mayonesas, sopas, cubiertas, extendedores grasos, etc. No obstante,
    conviene aclarar que este calificativo puede significar simplemente
    un aporte de calorías inferior al del alimento convencional. Así
    por ejemplo, una mermelada se denomina «light» por el simple hecho
    de contener un 50 % de azúcar, en vez del 60 % habitual; o de un
    embutido «light», porque su contenido graso resulta ser del 10 % en
    lugar del 30 %; etc.
    Posteriormente, aparece una nueva gama comercial de alimentos
    con la pretensión de ofertar beneficios saludables. Como consecuencia
    de su contenido en algún tipo de compuesto químico. Estos productos
    recibieron diversas denominaciones según el país de origen: «Alimentos
    Funcionales» o «Alimentos para uso saludable específico», en Japón;
    «Productos Nutracéuticos» o «Alimentos de Diseño» en Estados Unidos;
    etc.
    En su número de marzo de 1997, la Revista Food Technology se
    planteaba la distinción entre los productos que pueden ser calificados
    como «Alimentos saludables» y los que deben ser considerados como
    «Alimentos para la salud». Entiende que con la denominación de «Alimentos
    saludables» se hace referencia a un concepto algo difuso basado
    en la ausencia de sustancias con efectos negativos. Por ello, dicha denominación también podría ser aplicable a muchos de los alimentos
    tradicionales cuya ingestión con la dieta no representan peligro para
    la salud, por los bajos niveles que contienen de esas sustancias consideradas
    nocivas desde un punto de vista clínico: sal, grasa, azúcar,
    colesterol, etc. En general, se debe calificar como «saludable» a todo
    alimento cuya ingestión permita mantener la homeostasis fisiológica
    del organismo humano que lo consume. Por el contrario, aquellos productos
    alimenticios que ofrecen algún componente con una actividad
    positivamente favorable en el ámbito de la prevención de enfermedades
    crónicas habrían de ser calificados como «Alimentos para la salud».
    En la práctica, serán «alimentos saludables» aquellos que carecen,
    al menos en cantidades importantes, de sustancias que se suponen
    representan un riesgo para el desarrollo de algún tipo de enfermedad
    crónica. Deberán ser considerados «alimentos para la salud» aquellos
    que en su composición contienen sustancias que, una vez consumidas,
    desarrollan una actividad preventiva frente a ciertas enfermedades.
    En la actualidad, estos productos están adquiriendo unas perspectivas
    y unas dimensiones de muchísimo interés, y el mercado alimentario
    se inunda de ellos, porque el consumidor espera unos beneficios preventivos
    para su salud.
    De acuerdo con la opinión de los especialistas, es posible destacar
    tres requisitos a cumplir por un producto alimenticio para que pueda
    ser incluido en el grupo de «Alimentos para la salud»:
    a) debe responder a las características propias y genuinas de lo
    que se entiende por un producto alimenticio: conjunto complejo de
    sistemas fisicoquímicos, en los que toman parte ingredientes naturales.
    b) deben ser consumidos formando parte de un dieta, dentro del
    modo convencional seguido para cualquier alimento.
    c) Su presencia dentro del organismo debe conducir a la regulación
    de algún proceso biológico concreto: mecanismos de defensa, procesos
    de envejecimiento, estado físico y/o mental, etc.
    De acuerdo con la opinión científica más generalizada, estos nuevos
    productos alimenticios pueden ser definidos del modo siguiente:
    «aquellos alimentos capaces de provocar un impacto positivo sobre la
    salud de las personas que los consumen, así como sobre su desarrollo
    físico o sobre su salud mental, al margen de contribuir al aporte dietético
    de nutrientes».
    En definitiva se puede afirmar que algunos componentes químicos
    de los alimentos pueden desempeñar, además de funciones nutritivas
    o sensoriales, una tercera función relacionada con los efectos fisiológicos:

    neutralización de sustratos nocivos, prevención de enfermedades, promover
    la recuperación hasta un estado general de buena salud, etc.;
    algunos de ellos se indican en el Cuadro 2. Dentro de esta consideración,
    la legislación alimentaria japonesa establece varios grupos de ingredientes
    alimenticios con propiedades saludables: 1. Fibra dietética; 2.
    Oligosacáridos; 3. Polialcoholes; 4. Peptides y Proteínas; 5. Alcoholes;
    6. Isoprenoides y Vitaminas; 7. Colinas; 8. Bacterias ácidolácticas; 9.
    Elementos minerales; 10. Ácidos grasos poliinsaturados; 11. Otros.
    Principales ingredientes a los que se les atribuye efectos saludables
    Ácidos grasos ü>5
    Bacterias ácidolácticas
    Cafeína
    Fibra dietética
    Gingseng
    Minerales (Ca, Mg)
    Oligosacáridos
    Taurina
    Vitaminas antioxidantes
    Prevención enfermedades cardiovasculares.
    Regulación de la población microbiana intestinal.
    Estímulo del sistema inmunológico.
    Activa la circulación.
    Rebaja el nivel de colesterol
    Previene el cáncer de colon
    Ibnificante
    Prevención de osteoporosis
    Reducen el nivel sanguíneo de colesterol
    Recuperación de energía
    Previenen el riesgo de timaores
    Modulan el envejecimiento |
    Bases científicas de la nueva gama de productos alimenticios
    En opinión de los expertos, muchas de las enfermedades crónicas
    que de un modo particular afligen a la sociedad occidental, se relacionan
    de un modo muy estrecho con la dieta alimenticia que se recibe: cáncer,
    obesidad, hipertensión, trastornos cardiovasculares, etc. Por el contrario,
    en los últimos años han sido identificadas algunas sustancias naturales
    presentes en los alimentos, cuyas actividades fisiológicas han resultado
    tener efectos saludables para el organismo que las ingiere. Según los
    datos experimentales algunas han destacado por desempeñar un papel
    primordial tanto en el tratamiento como en la prevención, de diversas
    enfermedades, en su mayor parte de naturaleza grave: cáncer, diabetes,
    hipertensión, alteraciones cardiovasculares, osteoporosis, defectos en
    los tubos neuronales, anormal función del colon, artritis, etc. Tales
    tipos de sustancias responden a diversos grupos de estructuras químicas.

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    Entre las proteínas alimentarias que han reclamado un cierto interés
    por sus propiedades saludables hay que citar las contenidas en el
    suero lácteo, normalmente separado en las queserías a partir de las
    cuajadas caseínicas. En la actualidad, estos concentrados proteicos se
    incluyen en la alimentación de los deportistas, por su potencial efecto
    sobre la formación de la masa muscular. También se están describiendo
    otras consecuencias positivas: estimulación del sistema inmune, reducción
    de los niveles de LDL-colesterol en sangre y un incremento
    en la producción de colecistoquinina, implicada en la supresión del
    apetito.
    Algunos de los recientes avances en biomedicina ha permitido conocer
    cómo proteínas de diversas procedencias (leches, pescados, cereales,
    legumbres, etc.) pueden ejercer determinadas influencias sobre la fisiología
    del organismo a través de algunos grupos específicos de aminoácidos,
    contenidos en sus secuencias primarias, que se liberan por
    la hidrólisis «in vitro», enzimática o química, dando lugar a péptidos
    que han demostrado actividades biológicas de extraordinario interés:
    a) Actividad opioide: fuentes proteicas como soja, trigo, cebada,
    maíz y sangre de bovino liberan péptidos con actividad opioide. La
    función saludable de estos péptidos parece centrarse en todo el tracto
    intestinal, donde enaltecen la absorción de agua y de electrolitos; de
    este modo, ejercen un efecto antidiarréico potente. Debido a la actividad
    mimética de estos péptidos exógenos hacia la morfina, se le ha impuesto
    el nombre de exorfinas, como oposición al de endorfinas.
    b) Actividad inmunomodulante: la digestión con tripsina de algunos
    tipos de caseínas (alfa si- y beta), tanto humanas como bovinas, origina
    péptidos que, en experiencias con ratones, han manifestado cierta capacidad
    para enaltecer la resistencia frente a la infección ocasionada
    por algunas bacterias.
    c) Actividad transportadora de minerales: varios tipos de caseínas
    (alfa si, alfa s2, beta) integran en sus secuencias aminoacídicas algunos
    residuos fosforilados que corresponden a la serina. En su proteolisis
    aparecen los denominados caseinofosfopéptidos, capaces de formar
    complejos solubles con los cationes divalentes aportados por la dieta
    (calcio, magnesio, hierro, zinc, cobre) y favorecer su solubilidad y absorción.
    d) Actividad antihipertensora: las proteolisis enzimáticas de una
    gran variedad de fuentes (caseína bovina, gelatina, bonito, sardina,
    atún, zeína del maíz, glutelina y prolamina del arroz, etc.) han proporcionado
    péptidos que han puesto de manifiesto una cierta actividad
    antihipertensiva.

    También, los aminoácidos aportados por la alimentación han sido
    objeto de investigaciones acerca de posibles efectos beneficiosos en el
    tratamiento de situaciones patológicas: así, bajo condiciones de estrés
    fisiológico, como puede ser una herida importante, niveles elevados
    de aminoácidos hidrofílicos de cadena ramificada (leucina, isoleucina,
    valina) parecen facilitar una mejor cicatrización, aunque el mecanismo
    implicado en ello no haya podido ser aclarado todavía. La glutamina
    tiene reconocido un papel importante en el mantenimiento de la integridad
    del tracto intestinal, tanto en personas sanas, como enfermas:
    una carencia de glutamina en la dieta puede implicar cambios degenerativos
    en la mucosa intestinal, con la consiguiente absorción defectuosa
    de los nutrientes; además, esta circunstancia resulta
    particularmente peligrosa en el caso de enfermos crónicos, en los que
    hay que evitar el riesgo de paso de las bacterias entéricas a la sangre.
    Los aminoácidos que tienen la capacidad de atravesar la barrera
    cerebral (aspártico, glutámico, fenilalanina, tirosina y triptófano) pueden
    influir en la función del sistema nervioso central, al promover la formación
    de los neurotransmisores: serotonina, dopamina, norepinefrina
    y epinefi:'ina. Se sabe que los niveles cerebrales de estos aminoácidos
    se relacionan de modo muy estrecho con el aporte aminoacídico de la
    dieta, que de este modo puede modular diversos procesos fisiológicos
    y psicológicos, entre ellos el estado mental y el comportamiento de
    los individuos.
    No obstante, algunas experiencias han demostrado que la ingestión
    excesiva de algunos aminoácidos durante períodos prolongados, puede
    significar una amenaza para la salud. De aquí la necesidad de actuar
    de un modo responsable y con cautela cuando se trate de aconsejar
    tratamientos con preparados aminoacídicos.
    Los conocimientos acerca de los aspectos biológicos de los ácidos
    grasos insaturados han mejorado gracias a que han sido perfeccionados
    los métodos analíticos para su identificación y cuantificación y también
    a los resultados proporcionados por diversos tipos de estudios: epidemiológicos,
    investigaciones clínicas, experiencias con animales y trabajos
    con cultivos celulares. Con ello se ha producido un cambio de mentalidad
    en lo que respecta a las relaciones entre la salud y las enfermedades
    vinculadas a los ácidos grasos aportados por la dieta. Hace tiempo
    que se puso de manifiesto cómo la ingestión de ácidos grasos saturados
    (AGS) tenían la tendencia a elevar los niveles del colesterol sérico.
    Con posterioridad se observó que su sustitución por ácidos grasos monoinsaturados
    (AGMI) daba lugar a una reducción de los niveles del
    LDL-colesterol. En relación con la salud, los ácidos grasos poliinsa-turados (AGPI) no sólo deben ser considerados, por sus efectos sobre
    los niveles de colesterol, sino también por su actividad sobre la agregación
    plaquetaria y el metabolismo de las prostaglandinas y los leucotrienos,
    además de otras funciones celulares. En este sentido hay
    que resaltar de modo especial el papel del ácido alfa-linolénico (AAL),
    que inicia la serie de los omega-3. En el metabolismo humano se forman
    los ácidos eicosapentanoico (AEP, 20:5, co-3) y docosahexaenoico (ADH,
    22:6, co-3) a partir del AAL. Hay que señalar como relevante, el papel
    del ADH en la formación de los fosfolípidos de las membranas celulares
    y de los componentes principales de los lípidos complejos del tejido
    cerebral. Por tanto, cualquier incremento en el consumo dietético de
    AAL tendrá su importante reflejo en los niveles de ADH exigidos para
    cubrir las necesidades humanas. Precisamente, una de las ventajas
    de las acreditadas dietas de los países mediterráneos es su rica aportación
    de este ácido graso; son numerosas las propiedades atribuidas
    a la actividad del ácido AAL:
    contribuye al «pool» total de los precursores lipogénicos de la síntesis
    lipídica cerebral; alivia los síntomas neurológicos clínicos, como parestesia,
    visión borrosa, entumecimiento; protege frente a los infartos de
    miocardio; reduce la tensión arterial y rebaja los niveles séricos de
    triglicéridos y colesterol; potencia los efectos antiarrítmicos y antitrombogénicos;
    corrige algunos desórdenes inmunológicos; retrasa el desarrollo
    de tumores; presenta actividad antimalaria y antiparasitaria; es
    esencial para el óptimo desarrollo neurológico en hiunanos.
    Entre las diferentes estructuras de carbohidratos que forman parte
    de la composición de los alimentos existen dos grupos a los que se
    les ha vinculado con alguna propiedad saludable: a) el almidón de
    arroz, b) los polisacáridos no almidones, que forman la denominada
    ñbra dietética, en sus dos variedades de solubles e insolubles.
    a) Almidón de arroz: algunas variedades de arroz se caracterizan
    por disponer de granulos de almidón con una digestibilidad bastante
    lenta en el tracto intestinal y, por tanto, dan lugar después de su
    ingestión a una respuesta glucémica reducida. Sin duda que la elaboración
    de productos alimenticios basados en este almidón de arroz,
    pueden ofrecer la ventaja de proporcionar un bajo índice glucémico,
    con el correspondiente beneficio tanto para las personas diabéticas
    como para los atletas. Disponer de productos a base de este tipo de
    almidón, que se digiere con cierta lentitud, tiene gran importancia
    para ser ingeridos por los deportistas que necesitan mantener niveles
    adecuados de glucosa en sangre durante prolongadas etapas de ejercicios físicos; de este modo, consiguen obtener de modo continuado la energía
    necesaria para realizar las oxidaciones metabólicas.
    b) Fibra dietética: desde un punto de vista bastante general, puede
    ser definida como «el conjunto de polisacáridos alimentarios que resisten
    a la acción hidrolítica de los enzimas digestivos propios del tracto gastrointestinal
    ». Desde hace varios años, h a sido objeto de numerosos estudios
    sobre sus efectos bioquímicos y fisiológicos: incidencia sobre los metabolismos
    de hidratos de carbono y de lípidos; posible relación con los desórdenes
    gastrointestinales; papel desarrollado en el cáncer de colon, etc.
    Hasta el momento presente, la evidencia científica acumulada ha
    puesto de relieve que la ingesta de fibra se relaciona, de modo directo,
    con el normal funcionamiento del tracto digestivo. Más aún, se han
    obtenido resultados que indican ciertos efectos beneficiosos sobre el
    constipado intestinal y el síndrome de intestino irritado. No obstante,
    de acuerdo con los conocimientos disponibles, hay que proceder con
    cautela y no generalizar sobre la naturaleza preventiva y terapéutica
    de la fibra. En este sentido, adquiere especial relevancia la necesidad
    de especificar las fuentes de las fibras alimentarias que se utilizan,
    porque son las determinantes de su naturaleza química y de sus efectos
    sobre la salud, es decir, de su funcionalidad.
    En un intento de clarificar el concepto de fibra dietética, muchos
    científicos han optado por definir cada tipo de fibra individual en función
    de sus propiedades físicas. En este sentido, una característica discriminante
    empleada ha sido el factor solubilidad, que permite distinguir
    dos grupos bien definidos: la fibra soluble, capaz de formar soluciones
    viscosas, y la fibra insoluble. Dos son las fuentes importantes de fibra
    insoluble: en primer lugar, el salvado de trigo y, después, el salvado
    de arroz, rico en los dos tipos de fibras. Las fibras solubles son aportadas
    por muchos productos vegetales, tales como salvado de algunos cereales
    (arroz, cebada o avena principalmente), verduras y frutas: corresponden
    a estructuras de polisacáridos capaces de ser ampliamente degradados
    por las bacterias del colon, dando lugar a toda una serie de sustancias
    que favorecen el desarrollo de la población microbiana intestinal. Dentro
    de este tipo de polisacáridos se pueden citar las hemicelulosas del
    salvado de arroz, las sustancias pécticas de muchas frutas o los betaglucanos
    del salvado de avena. Todos presentan la particularidad de
    formar soluciones viscosas, además de tener una gran capacidad de
    enlazar iones y otros componentes, aunque estas propiedades enlazantes
    varían según la estructura de la fibra.
    En estos últimos años existe una clara insistencia para que la
    población vuelva a lo que se denomina de modo genérico «dieta me-diterránea», caracterizada por un elevado consumo de alimentos de
    origen vegetal, de modo principal verduras y frutas. Entre otras cosas,
    muchos de los efectos beneficiosos para la salud de tales alimentos
    es su contenido en sustancias (algunas de ellas vitaminas), que en el
    organismo desempeñan funciones antioxidantes: ácido ascórbico, carotenos,
    flavonoides, isoflavonas, licopeno, luteínas, órgano sulfurados,
    tocoferoles, tocotrienoles, ubiquinonas, cobre y manganeso.
    Algunos de estas fuentes vegetales de antioxidantes han demostrado
    ser bastante potentes y eficaces. Las funciones saludables de todos
    estos compuestos están relacionadas con su propiedad fisiológica de
    contrarrestar los agentes oxidantes biológicos y evitar las posibles alteraciones
    oxidativas de compuestos, que son esenciales para el funcionamiento
    normal del organismo humano. Así, vitaminas como el
    ácido ascórbico, alfa-tocoferol y betacaroteno resultan primordiales para
    la prevención de tumores por su carácter antioxidante, capaces de
    neutralizar los nocivos radicales libres que se pueden forman en los
    tejidos vivos.
    Entre los elementos minerales cabe citar la vinculación del Calcio
    con la osteoporosis y la osteomalacia; el Magnesio con el funcionamiento
    de los músculos cardíaco y esquelético, la función cerebral y la anorexia;
    el Hierro con la anemia (carencia) o la oxidación del LDL (exceso);
    el Zinc con la actividad de las hormonas de crecimiento y tiroideas;
    el Selenio con el cáncer.
    Entre los compuestos no nutrientes hay que citar a las denominadas
    sustancias fitoquímicas: estructuras químicas presentes en los alimentos
    vegetales que, una vez ingeridas, resultan muy activas desde el punto
    de vista fisiológico y medicinal. Entre los alimentos tradicionalmente
    usados por la medicina popular destacan las cebollas y los ajos, que
    pertenencen al género Allium, de los que han sido estudiadas, tanto
    en animales como en humanos, algunas propiedades fisiológicas importantes:
    actividad fibrinolítica que protege del infarto de miocardio;
    incidencia sobre los tiempos de coagulación de la sangre; alivio de la
    hipertensión; reducción de los niveles séricos de triacilgliceroles y del
    colesterol; estimulación del sistema inmune; bajada de la glucosa en
    sangre con beneficio para los diabéticos; etc. Se ha sugerido que muchas
    de estas propiedades se deben a sus contenidos en componentes azufrados,
    considerándose como los más activos el (prop-2-enil)-propil disulfuro
    para las cebollas y el di(prop-2-enil) disulfuro en los ajos.
    También cabe señalar la relevancia del ajo en su contenido en compuestos
    tioalilos, de fórmula general H2C = CH - CH2X, en los que
    X representa una gran variedad de estructuras orgánicas.

    Resultado de imagen para Alimentos para la salud

    Con respecto a las verduras y otros alimentos vegetales verdes,
    se ha visto en algunas experiencias con animales, que las clorofilinas,
    derivadas de las clorofilas, son capaces de reducir la biodisponibilidad
    de los carcinógenos químicos y también pueden proteger firente a la
    mutagenicidad de otros carcinógenos, valorada por el test de Ames.
    Los lignanos son compuestos difenólicos que se forman en la digestión
    bacteriana intestinal, a partir de unos precursores aportados por los
    alimentos de origen vegetal. Se ha señalado que estos lignanos ejercen
    una cierta influencia sobre la regulación de sustancias estrógenas y
    presentan actividades antioxidativas y antimitóticas, lo que ha hecho
    pensar en una posible efecto anticancerígeno, que todavía no ha sido
    confirmado de un modo experimental.
    Una elevada ingestión de plantas cruciferas ha sido asociada con
    situaciones de bajo riesgo para el desarrollo de tumores malignos. Es
    posible que la actividad beneficiosa observada se deba a un efecto
    protector de los isotiocianatos que contienen, aunque no está claro si
    tales efectos se deben a la propia estructura, muy reactiva por su
    carbono central fuertemente electrofilico, o bien a sus metabolitos secundarios:
    carbamates, tiocarbamatos y derivados de la tiourea. De
    todos modos, las estructuras activas afectan a la actividad de los enzimas
    de fase I y II, que metabolizan los xenobióticos y, con ello, modifican
    la activación oxidativa de los carcinógenos químicos. También las ditioltionas,
    unos glucosinolatos presentes en las berzas, parecen tener
    efectos protectores frente a sustancias químicas de potente actividad
    cancerígena, como pueden ser las aflatoxinas.
    Las saponinas, glicósidos triterpénicos o esteroídicos unidos a mono
    u oligosacáridos, presentes en una gran variedad de plantas y de modo
    especial en las leguminosas, sobre todo en garbanzos y soja, han manifestado
    efectos hipocolesterolemiantes. Tales efectos se han intentado
    explicar de diversas formas, como impedir la absorción del colesterol
    o de los ácidos biliares, que al excretarse con las heces, provoca un
    aumento de la síntesis hepática de dichos ácidos a partir de colesterol
    con el correspondiente descenso de los niveles sanguíneos.
    Los flavonoides son un numeroso grupo de compuestos que incluyen
    en su esqueleto el conjunto C6-C3-C6 y se caracterizan por ser poderosos
    antioxidantes, muchos de los cuales han presentado una actividad protectora
    del desarrollo de tumores, que se ha relacionado con una posible
    inhibición de polimerasas ARN y ADN de diversas células, así como
    a la inactivación de la ornitina descarboxilasa. Claramente se ha visto
    que los flavonoides, en cuanto compuestos habituales de la dieta, participan
    en la prevención del cáncer a través de muy diversos mecanismos.

    También uno de ellos, las isoflavonas, tienen una actividad hipocolesterolemiante
    que se h a vinculado al hecho de poseer una estructura
    similar a la de los estrógenos, puesto que puede interaccionar con los
    receptores de éstos, con la consecuencia de un efecto beneficioso sobre
    los niveles del colesterol sanguíneo.
    Otros compuestos fenólicos, tales como las catequinas contenidas
    en las hojas de té verde y en las uvas, o las curcuminas de la Cúrcuma
    longa, también han demostrado, en algunas experiencias «in vitro»,
    un efecto inhibidor de la carcinogenesis. Sin embargo, hay que subrayar
    cómo sustancias que son citostáticas en cultivos de células cancerosas,
    resultan totalmente ineficaces «in vivo». Por tanto, la obtención de
    resultados positivos «in vitro» no significa, necesariamente, que también
    vayan a suceder «in vivo».
    Dos componentes de las uvas, el ácido ellagico y el resveratrol,
    parecen gozar de una actividad quimiopreventiva a través de actuaciones
    que abarcan a las tres principales etapas de la carcinogenesis: actúan
    como antioxidante, como antimutágenos e inhiben los enzimas que
    metabolizan los tóxicos en fase IL
    El ácido fítico, un inositol hexafosfato que con frecuencia se encuentra
    en muchas plantas y sobre todo en cereales, ha presentado
    diversos efectos beneficiosos: hipocolesterolémico, hipolipidémico y anticarcinogénico,
    tal vez por su poder antioxidante.
    Por último, la población microbiana del tracto intestinal parece
    tener gran importancia para la salud del organismo que la contiene.
    Por ello, se justifica el actual intento de incidir sobre la población
    microbiótica del intestino grueso y sobre su actividad metabólica. En
    esta línea surgen ofertas de productos alimenticios que proporcionan
    suplementos alimenticios de microorganismos vivos (agentesprobióticos),
    que mejoran el equilibrio microbiano intestinal. Se han atribuido diversos
    efectos beneficiosos a la ingestión de agentes probióticos: a)
    favorece el crecimiento (experimentado en ratas y pollos), b) contribuye
    a la síntesis de algunas vitaminas en el intestino: tiamina, riboflavina,
    niacina, cianocobalamina y ácido fólico, d) favorece la absorción intestinal
    de minerales, e) reduce la población patógena al producir acético,
    láctico y bacteriocinas, f) mejora de la intolerancia a la lactosa (Lactobacillus
    accidophilus), g) inhibición de sistemas enzimáticos potencialmente
    nocivos, asociados al cáncer de colon (experiencias con
    animales), h) alivia el constipado intestinal, i) rebaja los niveles séricos
    de colesterol, j) inhibe la actividad mutagénica de algunas sustancias.
    A pesar de ser conocidos y usados desde hace muchos años, sin embargo
    los fundamentos científicos que apoyen sus pretendidos beneficios son todavía poco concluyentes. Desde luego, ha sido demostrada su eficacia
    para corregir algunos desórdenes intestinales; incluso, no resulta aventurado
    pensar que su actividad abarca tanto a la inhibición del crecimiento
    de los microorganismos patógenos como a la estimulación de
    la respuesta inmune, aunque los mecanismos responsables de estos
    efectos necesiten ser bien aclarados. En opinión de algunos especialistas,
    los alimentos probióticos han sido reducidos a un nivel bastante simplista
    dentro del ámbito de los productos comercializados.
    Principales aplicaciones clínicas de los «Alimentos para la
    salud»
    Entre los diferentes ámbitos clínicos en los que los «Alimentos para
    la salud» pueden jugar un papel relevante cabe destacar cinco: 1. enfermedades
    cardiovasculares; 2. desarrollo de tumores malignos; 3. obesidad;
    4. control de la función inmune; 5. modulación del envejecimiento;
    5. comportamiento humano.
    1. Alimentos que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares:
    Desde hace muchos años, las enfermedades cardiovasculares (ECV)
    han sido la causa de una elevada mortalidad entre la población humana
    occidental. Como agentes causales, o al menos indicadores de riesgo,
    fueron en principio sugeridas las elevadas concentraciones de colesterol
    en sangre (hipótesis lipídica), y posteriormente la oxidación del colesterol
    por la acción de radicales libres (hipótesis oxidante). Los estudios bioquímicos
    y epidemiológicos han hecho sospechar que el posible factor
    responsable es la ingesta inadecuada de aquellos micronutrientes que,
    como los tocoferoles, el betacaroteno y el ácido ascórbico, están relacionados
    con actividades antioxidantes.
    En efecto, las sustancias con actividad de vitamina E rompen la
    cadena de radicales libres provocadoras de peroxidaciones en los ácidos
    grasos poliinsaturados. Función similar pueden desempeñar el betacaroteno
    y otros carotenoides, de modo fundamental en los tejidos con
    una baja presión parcial de oxígeno. También, la vitamina C limpia
    de radicales libres los compartimentos acuosos de las células, así como
    puede contribuir a la regeneración de la actividad vitamínica E. En
    adición, varios enzimas antioxidantes, como la glutation peroxidasa,
    las catalasas y la superóxido dismutasa metabolizan los compuestos intermediarios tóxicos, producidos en las oxidaciones de los materiales
    biológicos. A menudo, estos enzimas requieren la presencia de micronutrientes
    para realizar su actividad catalítica: Se, Fe, Cu, Zn, Mn.
    Según ha podido observarse, la mortalidad debida a ECV resulta
    inversamente proporcional al denominado «indice antioxidante acumulativo
    (LA.A.)», que se define de acuerdo con la ecuación siguiente:
    [vit.E] • [vit.C] • [Betacaroteno] • [Selenio]
    LA.A. = ^
    [Colesterol]
    donde las concentraciones corresponden a las valoradas en el plasma
    sanguíneo.
    Se ha comprobado que la incidencia de ECV está fuertemente relacionada
    con los niveles plasmáticos de vitamina E. Los carotenoides
    desempeñan una función biológica similar y, de todos ellos, los más
    eficaces son el betacaroteno y el licopeno, capaces de inhibir la oxidación,
    hasta su forma aterogénica, de las moléculas de lipoproteínas LDL,
    vinculadas al transporte sanguíneo del colesterol. También el ácido
    ascórbico tiene esta propiedad de protección frente a las peroxidaciones
    de los lípidos de las biomembranas y de las moléculas de LDL, por
    su eficacia para atrapar los radicales peroxilos en la fase acuosa del
    citosol, o plasma celular. Un hecho comprobado es la relación inversa
    entre las incidencia de ECV y las concentraciones en plasma de vitamina
    C. Incluso, una deficiencia en ascorbato incrementa la concentración
    en plasma de lipoproteínas(a), importante marcador aterogénico.
    Los sistemas relacionados con la antioxidación requieren como cofactores
    ciertos elementos que se encuentran en los alimentos en cantidades
    traza: selenio, para la glutation peroxidasa; cobre, zinc y
    manganeso para la superoxide dismutasa; hierro para la catalasa. Por
    tanto, una ingestión inadecuada de estos elementos trazas puede comprometer
    la eficacia de los mecanismos biológicos de la defensa antioxidante.
    Esta circunstancia puede resultar particularmente relevante
    para el grupo de personas de la tercera edad.
    Aparte de las sustancias citadas, los alimentos pueden contener
    una cierta variedad de otras sustancias con actividad antioxidante,
    que igualmente pueden alcanzar una significación nutricional en la
    prevención de las ECV Así, la ubiquinona, o coenzima Qio, de estructura
    similar a las vitaminas E puede proteger de la peroxidación a los
    lípidos de las membranas celulares y de las moléculas de LDL, además
    de contribuir a la regeneración de la vitamina E. Es una molécula biológica que se sintetiza en el organismo humano a partir de los
    precursores de la síntesis del colesterol. Como esta capacidad de síntesis
    se reduce con la edad, quiere decir que su presencia en el organismo
    de las personas de la tercera edad pasa a depender de lo que se
    reciba con los alimentos.
    También, sustancias polifenoles, tales como los flavonoides, presentan
    por su semejanza estructural con la vitamina E, cierto interés
    como antioxidantes capaces de prevenir la formación de radicales libres.
    En realidad, la importancia dietética de cada tipo de alimento depende
    de las cantidades consumidas con la dieta. En el cuadro 3 se indican
    las principales fuentes de estos compuestos antioxidantes.
    2. Alimentos que reducen el riesgo de tumores malignos:
    Se admite que algunos componentes específicos de los alimentos
    pueden modificar el proceso de desarrollo de tumores cancerosos, unas
    veces porque alteran la formación de carcinógenos, otras porque modifican
    su activación metabólica. Sin embargo, a pesar de que se reconozca
    que algunos nutrientes son capaces de modificar los procesos
    cancerosos, todavía no están bien definidas sus implicaciones clínicas.
    Resulta escasa la información acerca del papel desempeñado por los
    hábitos alimentarios en el fenómeno carcinogénico, aunque existen aportaciones
    epidemiológicas y experimentales que apoyan estos efectos
    positivos.
    CUADRO 3. Alimentos de origen vegetal considerados como fuentes importantes
    de sustancias antioxidantes
    17
    Ácido ascórhico:
    Carotenos:
    Cobre:
    Compuestos
    órgano-sulfurados:
    Flavonoides:
    Licopeno:
    Manganeso:
    Tocoferoles:
    Ubiquinonas:
    calabazas, cítricos, coles de Bruselas, fresas, kiwis, patatas nuevas,
    pasas, pimientos verdes.
    achicorias, albaricoques, batatas, calabazas, col rizada, espinacas.
    melones, pimientos rojos, zanahorias.
    aceitunas, calabazas, ciruelas, espárragos, hongos, kiwis, legixmbres.
    pasas, patatas, plátanos, uvas.
    ajos, cebollas, puerros.
    cacahuetes, cebollas, cítricos, fresas, habas, manzanas, tés, uvas.
    tomates, uvas tintas.
    espinacas, legumbres, pasas, pinas, plátanos, remolachas.
    brécoles, col rizada, espárragos, espinacas, legumbres, salvado de arroz,
    tomates.
    ajos, alubias, espinacas, habas.

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    Se conocen alimentos que pueden actuar como modificadores de
    los procesos tumorales a través de diversos tipos de mecanismos:
    a) Por destoxificación molecular: Ciertas sustancias presentes en
    algunos alimentos pueden inhibir el desarrollo de tumores al modificar
    los procesos de bioactivación; así, el selenio y la vitamina C pueden
    inhibir la conversión de un procarcinógeno en carcinógeno activo. Otros,
    como el benzil isotiocianato y el indol-3-carbinol pueden inducir reacciones
    de conjugación y acelerar la eliminación de carcinógenos. Son
    muy diversos los alimentos incluidos en este grupo: pepinos, perejil,
    zanahorias, melocotones, manzanas, arándanos, ajos, cebollas, brécoles,
    coliflores, pimientos, aceite esencial de limón.
    b) Por oponerse a la proliferación celular. Sustancias con actividad
    de vitamina A, posiblemente el betacaroteno, pueden inhibir los procesos
    tumorales al oponerse a la proliferación de los tejidos neoplásicos. Cabe
    citar en este grupo a los granos de cereales, soja, pescados, zanahorias,
    pepinos, batatas, frutos cítricos, manzanas.
    c) Por una actividad antihormonal. Existen compuestos antiestrogénicos
    que pueden ser los responsables de la inhibición del crecimiento
    de los tumores dependientes de hormonas. Tal ocurre con soja, zanahorias,
    hinojo y anís.
    Diversos estudios epidemiológicos han proporcionado cierta evidencia
    acerca de los efectos positivos sobre la reducción del riesgo a desarrollar
    tumores malignos por parte de algunas sustancias químicas (Cuadro
    4) o de algunos alimentos (Cuadro 5).
    3. Alimentos para el control de la obesidad:
    La obesidad es una enfermedad del mundo occidental que se considera,
    en la mayoría de las veces, estrechamente relacionada con la
    ingesta de alimentos. Hasta el momento, los principales esfuerzos en la
    oferta de alimentos han sido dirigidos hacia los productos que aportan
    poca energía. Entre ellos merecen citarse los que incluyen en su formulación
    estructuras alternativas a las grasas, capaces de satisfacer las exigencias
    organolépticas con una menor densidad energética; tal es el caso del
    empleo de los poliésteres de la sacarosa (Olestra), con el inconveniente
    nutricional de reducir la absorción de vitaminas liposolubles, que, solubilizadas
    en el sustituto graso, son arrastradas con las heces.
    En relación con la regulación de la obesidad se pueden señalar
    factores químicos que inciden sobre la grasa corporal a través de mecanismos
    que alteran la ingesta energética, el gasto energético o la
    deposición lipídica en los diversos lugares anatómicos:

    Macronutrientes: fibra dietética, contenido en ácidos grasos de la
    serie co-3.
    Micronutrientes: tiamina, Zn.
    No nutrientes: cafeína, capsaicina, fitoestrógenos.
    CUADRO 4. Evidencia de estudios epidemiológicos acerca de los efectos
    positivos de algunas sustancias sobre la reducción del riesgo a desarrollar
    diversos tipos de cáncer
    Sustancia
    Almidón
    Polisacáridos
    no almidones
    Carotenoides
    Vitamina C
    Vitamina E
    Retinol
    Folatos
    Metionina
    I Selenio
    Tipo de Cáncer
    Colon, recto
    Páncreas, colon, recto, estómago,
    mama
    Pulmón, esófago, estómago, colon,
    recto, mama, cuello del útero
    Estómago
    Boca, faringe, pulmón, cuello del útero
    Laringe, colon, recto, mama, vejiga
    Pulmón, cuello del útero
    Colon, recto
    Veiiga
    Colon, recto
    Colon, recto
    Pulmón
    Convincente
    Probable
    Evidencia de estudios epidemiológicos acerca de los efectos positivos
    de algunos alimentos sobre la reducción del riesgo a desarrollar diversos tipos
    de cáncer
    Sustancia
    Aios
    Cereales totales
    Verduras y frutas
    Pescados
    Cebollas
    Té verde
    1 Cafés
    Tipo de Cáncer
    Estómago
    Estómago
    Colon
    Boca, faringe, esófago, pulmón,
    estómago
    Laringe, páncreas, mama, vejiga
    Cuello del útero, ovarios, endometrio,
    tiroides
    Mama, ovario
    Estómago
    Estómago
    Colon, recto
    Convincente

    No obstante, los problemas referentes al desarrollo de la obesidad
    podrían ser minimizados cuando se consigan identificar cuáles son los
    factores con ella relacionados.
    En la actualidad existe un gran interés por conocer más a fondo
    el modo de influir en el apetito. Se ha visto que las xantinas (cafeína
    y teobromina) y las exorfinas (péptidos pequeños con actividad opioide)
    se presentan como agentes anoréxicos. Las primeras parecen actuar
    a nivel cortical y las segundas actúan en el intestino, tanto a nivel
    central como periférico.
    Algunos tipos de «Alimentos para la salud» se presentan como interesantes
    reguladores del peso corporal, pero hay que tener en cuenta
    que no todas las personas responden de la misma manera a su ingestión,
    debido a la influencia de la edad, el género, la predisposición genética
    y la actividad física. En este sentido, se ha ensayado con una hormona
    hipotalámica que regula la función pituitaria, pero aunque los resultados
    parezcan ser favorables, sin embargo no son concluyentes. No obstante,
    se insiste en el tema y en algunos alimentos se ha creído identificar
    péptidos y análogos de estos compuestos.
    4. Alimentos que permiten controlar la función inmune:
    En los últimos años se maneja la posibilidad de utilizar dietas
    específicas para promover un estado de inmunidad óptimo en los individuos
    sanos, o de mantener las defensas inmunes a niveles normales
    en aquellos pacientes con inmunidad deprimida, mediante la aplicación
    de dietas específicas. En definitiva, se acude a planteamientos dietéticos
    bien estudiados para incidir de modo beneficioso en la inmunidad de
    algunos pacientes. Incluso, se piensa que este modo de actuar puede
    representar un medio potencial para reducir el riesgo de enfermedades
    crónicas, generalmente asociadas con el déficit de inmunidad que aparece
    con la vejez. Una efectiva intervención nutricional puede resultar
    de interés, no sólo para aplicaciones terapéuticas, sino también para
    tratamientos profilácticos de sujetos que ofrecen el riesgo de una inmunidad
    deprimida.
    El aminoácido arginina ha sido utilizado en la clínica para el tratamiento
    de pacientes inmunodeprimidos, y su consumo parece tener
    un efecto mejorador de los parámetros inmunes durante el estrés fisiológico.
    También, se ha identificado a la glutamina como una estructura
    química crítica para mantener a un nivel adecuado el sistema
    inmune intestinal. También, parece primordial en el desarrollo normal de la función inmune celular el aporte dietético de bases purinas y
    pirimidinas.
    El cobre, el hierro, el manganeso, el selenio y el zinc son cinco
    elementos minerales que en el organismo humano se asocian a sistemas
    enzimáticos implicados en el sistema inmune, aparte de que puedan
    actuar como antioxidantes. Aunque se ha podido comprobar que una
    deficiencia dietética origina desequilibrios en la inmunidad, sin embargo,
    su consumo como suplemento de la dieta debe ser realizado con cautela
    por cuanto una ingestión excesiva puede ocasionar efectos tóxicos que,
    en algunos casos, se traducen en una reducción de las defensas del
    organismo.
    Así mismo, varias vitaminas están implicadas en el correcto mantenimiento
    de la función inmune, hasta el punto que sus deficiencias
    en el organismo implican un incremento significativo del riesgo de
    aparición de situaciones inmunodeficientes. De todas ellas hay que
    destacar cinco: betacaroteno, calciferol, tocoferol, ácido ascórbico y muchas
    de las incluidas en el complejo B, aunque no haya sido aclarada
    la importancia relativa de estas últimas.
    5. Factores dietéticos moduladores del envejecimiento
    Hasta el momento existe muy poca evidencia en lo referente a la
    capacidad de los factores dietéticos para alterar «per se» el progreso
    de envejecimiento. Algunos científicos dan por supuesto un solapamiento
    sustancial entre los factores de riesgo propios del envejecimiento y
    los implicados en las patologías relacionadas con la edad. No obstante,
    se admite que cualquier intervención que reduzca los procesos degenerativos
    deberá hacer más lentos los fenómenos de envejecimiento.
    Dentro de esta línea pueden plantearse tres estrategias dietéticas
    que puedan incidir sobre la velocidad de envejecimiento en los seres
    humanos: a) reducción de la ingesta calórica; b) prevención y/o reparación
    del daño oxidative; c) ingestión de ácidos grasos polinsaturados
    de la serie co-3.
    Desde luego, son muchos los cambios relacionados con la edad que
    se hacen reversibles con la restricción calórica, pero resulta muy difícil
    precisar cuál de ellos es el crítico. De todos los micronutrientes que
    desempeñan un papel relevante para atenuar el daño oxidative hay
    que señalar a la vitamina C como principal agente, para los compuestos
    hidrosolubles y la vitamina E para los liposolubles. Algunas experiencias
    con animales han permitido relacionar la esperanza de vida con los lípidos de la dieta, aunque no ha podido aclararse si el efecto beneficioso
    se debía a la composición total en ácidos grasos o a la presencia de
    ácidos de la serie CD-3. Desde luego, estos últimos han demostrado su
    eficacia frente a enfermedades vinculadas a la edad, como son el cáncer
    y las enfermedades cardiovasculares. Por su carácter oxidante se discuten
    los efectos negativos del Fe y el Cu de la dieta, en cuanto
    pueden representar un riesgo para los organismos maduros, pero se
    desconoce cuál es el nivel de exposición necesario para que se incrementen
    aquellos cambios degenerativos que aparecen como resultado
    de la edad.
    6. La relación entre los alimentos de la dieta y el ' comportamiento
    humano
    Durante este último cuarto del siglo XX, se ha conseguido reunir
    un cuerpo sustancial de investigación que pone de relieve la existencia
    de un cierto impacto de los alimentos ingeridos en el comportamiento
    y carácter humano. Sin embargo, hay que señalar la dificultad de
    aplicar esos resultados a la vida real, porque exige una contribución
    interdisciplinaria y se plantean diversas cuestiones metodológicas en
    torno a los diseños experimentales.
    Entre los componentes de los alimentos que han sido estudiados
    de un modo especial en relación con su posible incidencia sobre el
    comportamiento, hay que citar aminoácidos y carbohidratos. En principio,
    se consideran como más probables aquellos aminoácidos que tienen
    la capacidad de atravesar la barrera cerebral y son precursores de
    neurotransmisores cerebrales: triptófano, tirosina y fenilalanina.
    El triptófano es precursor de la serotonina y de la hormona melatonina.
    Desde la década de los años 60 se viene hablando de los
    efectos sedantes de la administración de este aminoácido neutro. Se
    ha intentado explicar su posible efecto hipnótico, o sedante, mediante
    el papel de la serotonina en la regulación del sueño. Existe bastante
    controversia sobre la naturaleza de sus efectos acerca de los niveles
    de vigilia y de sueño. En el paso del triptófano a través de la barrera
    cerebral pueden influir dos factores relacionados con la dieta: la relación
    de su concentración con el nivel de los demás aminoácidos neutros y
    la presencia de carbohidratos, que afecta a los niveles plasmáticos de
    los aminoácidos neutros superiores.
    La tirosina es el precursor de tres catecolaminas cerebrales: dopamina,
    norepinefrina y epinefirina, cuyos excesos de secreción se asocian con la exposición a un estrés agudo. La administración de tirosina
    ha manifestado efectos beneficiosos en individuos estresados, a los que
    mejora su memoria y la recuperación de la fatiga mental. En cambio,
    la fenilalanina que también es un precursor de catecolaminas cerebrales,
    no ha presentado, hasta el momento, efectos notables sobre el comportamiento.
    Se ha descubierto que las comidas ricas en proteínas, o en carbohidratos,
    tienen efectos diferentes sobre un neurotransmisor cerebral
    clave: la serotonina. Este hecho ha suministrado una base racional
    para que se deba insistir en la importancia de investigar más a fondo
    los efectos sobre el comportamiento de aquellos alimentos que aportan
    determinados nutrientes.
    En realidad, hasta el momento no se han podido establecer, de
    modo evidente, los efectos definitivos provocados sobre el carácter y
    el comportamiento humano por las proteínas y los carbohidratos de
    la dieta.
    Evolución conceptual
    A pesar de la corta historia de esta nueva gama de productos, las
    denominaciones recibidas han sido bastante profusas y se han prestado
    a muchas confusiones. Aunque en los últimos años se ha avanzado
    de modo importante acerca de lo que debe ser entendido como alimento
    cuyo consumo implica beneficios para la salud, sin embargo aún resulta
    necesaria una mayor profundización para que se establezcan ideas
    más exactas sobre su concepto y su uso. Diversos grupos de especialistas
    trabajan en la actualidad, en este sentido, con el fin de acordar una
    puesta en común sobre su definición y sus opciones de aplicación.
    La comercialización de este tipo de productos arranca del empleo
    de los suplementos alimenticios, definidos en 1994 por la FDA (Administración
    de Alimentos y Fármacos) de EEUU como «sustancia incorporada
    a un alimento para incrementar la ingesta diaria en
    vitaminas, minerales, aminoácidos, etc., y previsto para ser tomado
    bajo la forma de pfldoras, cápsulas, pastillas o líquido, pero nunca
    como un alimento convencional o como un único producto alimenticio
    dentro de una comida». No obstante, en la práctica clínica se han
    señalado diversos efectos adversos, que han aparecido por el abuso
    de tales suplementos dietéticos (Cuadro 6). Por otra parte, este tipo
    de productos alimenticios no responde a lo que actualmente se entiende
    como Alimentos Funcionales o Productos Nutracéuticos.

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    Aunque en la práctica, los productos nutracéuticos y los alimentos
    funcionales hayan sido ideados para reforzar la ingesta en agentes
    bioactivos saludables, hoy día se tiende a diferenciar conceptualmente
    unos de otros.
    Así. en Septiembre de 1999, la Revista SCIENCE daba la siguiente
    definición, sugerida por Zeissel para los Productos Nutracéuticos: «Aquel
    suplemento dietético que contiene una cantidad concentrada de un
    agente presumiblemente bioactivo, extraído de una materia alimenticia
    e incluido dentro de una matriz no alimenticia, que para enaltecer
    la salud se emplea en dosis superiores a las que se encuentra en los
    alimentos usados como convencionales.»
    CUADRO 6. Efectos adversos de suplementos dietéticos
    Aceite de castor
    Ácido ascórhico
    Acido fólico
    Ácidos grasos
    insaturados co'
    Algas verdeazul
    Betacaroteno
    Hierro
    Diarrea y deshidratación.
    Excesiva absorción de hierro que conduce a hemacromatosis.
    Enmascaramiento de una deficiencia en vitamina B12, que posiblemente
    cause daño en el sistema nervioso.
    Incremento de las necesidades de vitamina E para contrarrestar
    los radicales libres y la oxidación lipídica.
    Perturbaciones gastrointestinales (vómitos y diarreas).
    Tumores malignos.
    Inhibe la absorción de otros minerales. Hemacromatosis. Mortandad
    en niños pequeños.
    En cambio, los Alimentos Funcionales deben ser similares en apariencia
    a los convencionales y deben ser empleados como parte de la
    dieta normal. Ofrecen uno, o más, ingredientes activos (que tienen
    efectos fisiológicos o quizás enaltecen la salud) dentro de una matriz
    alimenticia, como por ejemplo los cereales para el desayuno, que han
    sido enriquecidos con altas dosis de ácido fólico.
    Es decir, hoy día se aplican notas diferenciadoras de lo que debe
    ser considerado Producto Nutracéutico de lo que corresponde a un
    Alimento Funcional. Lo esencial de los primeros radica en su carácter
    de ingrediente específico, mientras que los segundos son alimentos,
    semejantes a los convencionales, que contienen cantidades significativas
    de algún compuesto químico, biológicamente activo, capaz de propor- donar algún beneficio para la salud más allá de lo conseguido con
    alimentos convencionales, siempre bajo dosis óptimas normales. Desde
    luego, al carecer de un definición legal, tales productos suelen ser
    objeto de muchas confiísiones y abusos. De hecho, son diversos los
    alimentos de consumo firecuente que pueden ser considerados como
    poseedores de alguna actividad saludable potencial
    Actividad saludable potencial atribuida a grupos de alimentos
    de frecuente consumo humano
    Alimento
    Avena
    1 (betaglucanos)
    Cebollas y ajos
    1 (Tioalilos)
    Cítricos
    (ácido ascórbico)
    Cruciferas
    (isotiocianatos)
    Pescados grasos
    (ácidos (D-3)
    Salvado de arroz
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